✓CAPÍTULO 2

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E caído en la trampa. De no ser por la pared a mi espalda yo caería sobre mis piernas temblorosas.

Escuché las risitas, la puerta abrirse y luego el candado fue puesto por ella.

Una vez más, enmudezco con el hipnótico acercamiento de sus ojos grandes.

Algo frío en mi clavícula me eriza los bellos, sus dedos desabotonando mi camiseta.

Me evitas.

Lo sé muy bien.

¿Por qué?

Su aliento rosa el puente de mis labios y comparte conmigo un beso esquimal.

«Aléjate de mí» No fui capaz de hablar por lo extraño que se siente, ella, la tierna caricia, la tranquilidad entre ambas. Una pregunta surge dentro de mi, pero está vez, no la guardo.

¿Qué es lo que quieres?

Une su frente con la mía y resopla.

Quiero que entregues esto. —La suavidad vuelve a su voz. El sonido del plástico proviene de sus manos.

"Ya lo hizo una vez, ¿Que te asegura que no lo volverá a hacer?".

No quiero mirar. Se lo que es. Se lo que quiere que haga.

Aleja eso de mí. —Mi tono vacila. Carajo. —No quiero problemas.

Los tendrás conmigo si no. —Sisea. Casi se me sale el corazón con el empujón que me da.

¡Leila!

—Mm. —Respondí aturdida.

—Llegamos.

—Ah.

De vuelta en Gabril.

Abrí la puerta con los ojos entrecerrados, un poco encandilada, dirijo mi otra mano hacia atrás de mi para levantar el peso de una maleta y atravesar el jardín, subo las escaleras del porche y la dejo frente a la puerta.

—Te aseguro que no dejaré que el verano termine así. —Chilla mi tía. Voltea hacia el auto en el asiento del copiloto donde se encuentra mi madre durmiendo, mete una mano a la bolsa de su abrigo sacando unas llaves y una botella de vino. —Abre la puerta.

Resoplo agarrando las llaves, introduzco una de ellas en la cerradura mientras ella a mi espalda, se traga el vino como agua.

La puerta no chirría como la vez que me fuí. Suspiro. Es un alivio que ningún estúpido ruido interrumpe mi tranquilidad en lo que entro a la sala, ahí están, los cómodos sillones afelpados.

Caigo en el individual. Ahh, extrañaba ésto. Una tarde tranquila, yo desparramada en el sillón, el tik tak del reloj duraznero, el ventanal hacia los árboles de durazno.

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