✓CAPÍTULO 8

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Me levanto del piso con lentitud, solo me giro para quedar frente al espejo en la esquina de la habitación. Brillo por el sudor y mis pupilas se expanden ante los resultados del ejercicio.

No me recordaba tan buena.

Me apartó rejuntando el uniforme del piso para tirarlo en la cesta caminando al baño.

Me ducho con tranquilidad. Cuando termino salgo al escuchar un tono de llamada. Mi teléfono está sobre la cama, con la pantalla apagada y silencioso, así que no es a mí a quien llaman.

Trato de cambiarme despacio para evitar generar ruido, pero aun así no puedo entender la conversación.

Acomodo los tirantes elásticos en mis hombros y las mangas las desdobló al salir de la habitación, me acerco de puntitas.

— ¿Y? ¿Viajaras?

Mm.

— Leo...

Cierra la boca en cuanto me ve.

¿Quién es "Leo"? ¿O es "leo" de leer?

Entro por completo.

— ¿Quién es Leo? ¿Axel sabe de él?

Su cara de "Wtf".

— Estoy hablando con Lan.

— ¿Y qué quiere?

—Espera un momento... —Le dice a la persona con la que habla, luego se dirige a mí. —Van a venir.

— ¿Quienes? ¿Lan y Mabel?

— Y Zyon.

— ¿Cuándo?

—No se. ¿Cuándo vienes? Ah... —Su boca se abre con exageración. —El siguiente mes.

Mm. Me queda muy poco tiempo para disfrutar mi tranquilidad.

Los estruendosos toques en la puerta me envían corrientes de escalofríos.

— ¿Esperas a alguien?

— No.

Camino hasta la sala, topándome con dos rostros. Aguanto la respiración.

— ¡Que sorpresa! —Un beso aquí y otro allá, en las mejillas de ambas. —Pónganse cómodas, ¿Tienen sed? ¿Ya comieron?

Ada sentada frente a la barda, sirve de la jarra cristalina, un poco de agua en vasos mientras me dispongo a entregarlos.

— ¿Dónde está Eda? —Celia agita el vaso, viendo los cubos de hielo derritiéndose.

— Esta arriba. —Ada saca un cigarrillo dulce para llevarlo a su boca.

— ¿Fumas? —Parece ser motivo de atención para Rome.

— Antes lo hacía.

— Oh.

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