CAPÍTULO 6✓

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¿A dónde va?

Dejo de sentir su peso a mi lado y abro los ojos volteándome, me estiro parpadeando para acostumbrarme a la luz. El camisón amoldado a su figura y luego los extremos delineados de sus labios o tal vez el lunar en su mejilla es lo que me desconcentró por un segundo, me compongo, reprimo una risa al verla caminar de puntitas, pero sus tobillos crujen.

—¿No puedes ser menos ruidosa? —Gruño, recargándome con el codo. Quiero reírme.

—¿No puedes ser menos regañona?

—¿A dónde vas tan temprano?

Esos ojos grandes nunca me dicen lo que quiero escuchar para descifrar las mentiras que salen de esa boquita de puchero natural antes de que la oscuridad en sus orbes me atrapa parpadeando lento, ¿No ha estado durmiendo bien?

Los escalofríos me sacuden los hombros recordándome que luce adorable e intimidante.

Yo me quedo quieta y ella ni parece respirar de lo rígida que está, capta que la atrapé, su pecho comienza a agitarse.

—Acuéstate. —Le dejo un espacio en la cama.

Ella vuelve permitiéndome que la abrace pasando mi brazo por su cintura, subiendo por el abdomen, a su pecho acolchonado y cálido hasta sentir como su corazón golpea mi palma pero se estira tensandose, me aparta sin querer cuando vuelve a moverse y moverse. Inhala aire como si no fuera suficiente.

Me brinda calidez al tomarla de nuevo, está vez la fuerzo a qué se quede quieta.

¿Qué es lo que la inquieta?

—¿Vas a decirme que te traes?

Meto mi pierna entre sus muslos. Me encanta abrazarla así.

—¿Ya tomaste tus pastillas?

Me deslizo más arriba, recargando mi pecho en su brazo para mirarla hacia abajo.

—¿Lo hiciste o no?

—Que si.

—Bueno, entonces... Duerme al menos un poco por qué ya sabes que durante el día no podrás.

—Agh, deja de recordarlo.

—Es necesario, si duermes por el día... —Acaricio su brazo. —Mi tía no va a bajarte de huevona arrastrada.

—Ya se.

—Si ya sabes, ¿Por qué no lo haces?

—Estoy cansada de ella.

—Hazle caso y verás que va a dejar de fregar.

Ella suspira rendida y yo me dedico a apretarla entre mis brazos pero parece que se me escapa entre el aire y nunca alcanzo a detenerla, su calor desaparece y siento que lo anhelo de vuelta.

Otra vez, busco comodidad pero el sol me cala en el rostro. Ella quita mi mano, con la que me cubría, en el momento que entramos y ya no es necesario taparme.

—¿A dónde me llevas?

Me guía de la mano. La sigo entre el pasillo de paredes rocosas con pequeños cristales brillantes, en el techo están las lámparas de las cuales dependemos ver el camino.

—No me gusta cuando no me respondes. —Espeto. —Nadine.

Su risa rebota entre las paredes.

—¿A dónde vamos?

El eco nunca se termina sino que se hace más grave, comienza a asustarme. Trago saliva, respiro ondo para hablar sin titubeos.

—Te dijjje que...

Ella vuelve a burlarse. Su mano me jala con más fuerza pero yo hago mi espalda hacia atrás para usar mi peso a mi favor, pero camino a modo soldado, a paso pesado y remarcado en mi lucha por soltarme.

"Baila, baila para mí"

Esa canción...

Se...

Ella...

Me lleva...

Es...

Ahí...

"Bailaras para mí por toda la eternidad"


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