No hay nada diferente en mi rutina. Inundo mis sentidos con lo que veo y huelo de la fresca mañana, sentada —dentro de uno los salones más altos— y cabeceando del sueño a pesar de haber podido dormir, siento todas las madrugadas de insomnio caerme encima. Me duele demasiado la garganta, la maldita nariz no para de gotearme y de haber leído mis mensajes no sería la única en haber llegado media hora antes. Además, mi única fuente de entretenimiento —la música— ya agobio mis oídos.
Mis ojos siguen el paso rápido de Francia, espalda erguida, vista al frente.
—Maestra, Francia.
—Uhmm. —Se detiene para recargarse en la baranda del balcón.
—Mañana es... —Ella tiene un sobre entre las manos. —el primer sábado de juego.
—¿Tan pronto?
Estoy harta de que siempre haga esto. La primera impresión sobre ella fue la de una mujer que mando a la mierda al antiguo director —quien no apoyaba el deporte en la preparatoria— reuniendo al consejo de madres para quitarlo de su cargo —obviamente, con una lista de errores inaceptables de parte ese hombre—: en los antiguos entrenamientos a los cuales nunca faltaba, Francia, nos hacía usar el traje de protección del cátcher para golpearnos con las pelotas y así enfrentar al miedo a los golpes;, el semblante de seguridad y despreocupación cambio.
—Mjum.
Ella observa con duda la puerta de al lado. Siguió hasta acá al director para —supongo— entregarle con suma urgencia el sobre.
—La otra vez, hablaba enserio. —Carraspeo— Solo es cuestión que volvamos a funcionar como equipo, y no se preocupe, nosotras vamos a terminar la temporada con broche de oro.
—Confió en ustedes.
Sonríe a medias entrando a la oficina en lo que yo, me quedo parada mirando como el aire sacude los árboles —Lluvia de oro— volviendo inevitable la necesidad de volver al pasado.
—Aquí está mejor.
—Es el lugar indicado cuando no hay gente alrededor.
Después de unos minutos, el césped empieza a picarme las piernas causando que me mueva incomoda, pero es Nadine quien lo impide, poniendo su cabeza entre mis muslos dejando mis piernas sobre sus hombros. Ella mira los pétalos amarillos cayendo, lleva el sándwich en forma de triangulo a su boca —mordiendo una de sus esquinas—.
—Aquí es donde tenías que entregar lo que te di.
—La perdí. —Solté incapaz de quedarme callada. —Fue sin querer.
Me muerdo la lengua.
—No te preocupes, no pasa nada. —Veo su afilada sonrisa desde arriba a la vez que mastica. —Afortunadamente tenía una copia.
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🍑| Lovely Look
Dla nastolatków_________________________________________ Comienza una guerra cuando los objetivos de otros se convierten en tus obstáculos. _________________________________________