4. Beso Prohibido

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MADDISON EVANS

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MADDISON EVANS

Recostada en mi cama mirando el techo sin distracciones, no pude dormir pensando en cómo pude sentir algo por ese beso.

Además, solo iba a ser un beso, ¡Un puto beso! que no tenía que durar menos de cinco segundos y parece que se nos fue de las manos.  Yo tuve que haber sido la que se hubiera separado antes de que él siguiera besándome ¿Y que hice? ¡Todo lo contrario! Me olvide que no puedo tener ni siquiera una interacción con Darrigan y seguí el beso.

Al ver la hora de reojo, miro que faltan sólo quince minutos para que den las 10:00 así que sin más que decir, voy directo a mi habitación para vestirme con lo primero que encuentro en mi closet, un pantalón de mezclilla con un jersey amarillo, rápidamente trato de acomodarme el cabello para llegar un poco más presentable, sin entretenerme más, agarro las llaves del departamento para salir y tomar un taxi de los que están ahí estacionados, le pido al conductor que me lleve al teatro, mientras estoy dentro, voy pidiéndole al cielo que no haya tanta gente en las calles para llegar rápido.

Mierda, se supone que es una gran oferta de trabajo y justo hoy se me tuvo que hacer tarde, que tan mala suerte tengo para este tipo de cosas.

Espero no encontrarme con mi padre, porque si es así, me metería en un gran problema, ya que lo que estoy a punto de hacer será algo a escondidas, pero ya soy mayor de edad, no tengo porque darle explicaciones de mis actos. O eso creía...

Al bajar del taxi, entro corriendo al teatro, y sin tener cuidado termino por tropezarme con un chico que tenía unas cajas en las manos.

—Mierda, ¡lo siento tanto! ¡Perdón! —expreso ayudándole a levantar algunas cajas.

—No hay problema—contesta con una actitud bastante relajada.

Al verme directo a los ojos dibuja una sonrisa en sus labios.

—Me han hablado tanto de esos ojos color miel.

Parpadeo con las cejas encarnadas.

—¿Nos conocemos?—cuestiono.

—Josh, hermano—Arthur abraza al chico con sus hombros con una sonrisa y actitud nerviosa—¿Por qué no me ayudas a leer de nuevo el libreto?—emite una carcajada silenciosa.

Trata de ocultar su risa.

—Seguro, te veo en el camerino.

Sin mirarme recoge las cajas faltantes.

—Kate te está esperando arriba—avisa sin ni siquiera mirarme.

Al ver que da la media vuelta le pregunto:

—Espera, Darrigan.

Me levanta sus cejas.

—¿Sabes si mi padre está aquí? No me gustaría encontrármelo.

Todo Para Que Seas FelízDonde viven las historias. Descúbrelo ahora