8. Chica Astuta

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MADDISON EVANS

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MADDISON EVANS

Este camino fue todo o contrario a cómo fue con Patrick a Arthur jamás se le acaban los temas de conversación, y tengo que admitir que las risas no faltaron y sobre todo me sentía cómoda, como si todas las risas hubieran salido de mi alma.

Nos podemos llegar a odiar, pero creo que concretizamos a la perfección en cualquier aspecto.

Al llegar nos sentamos en una fogata que Arthur encendió rápidamente.

Algo que me dice que ya tenía todo preparado.

Con mi cerveza en mano me dispuse a mirar el atardecer con suma atención. A veces me sorprende como soy tan feliz con cosas tan sencillas, admirar la transformación del cielo con esos bellos colores que se juntan entre sí formando algo más hermoso.

—Así que Italia—llega Arthur con su otra cerveza y se sienta junto a mí.

Lo miro de reojo.

—No tuve otra opción—miro el envase de cristal.

—¿Y por qué tan lejos? Son 8 horas de traslado.

Asiento con mi cabeza.

—Estaba cansada de vivir con tres hombres en mi casa. Así que fue lo más lejos que encontré.

—¿Y qué fue lo primero que hiciste al llegar?

Lo miro recordando mi pasado.

—¿Enserio quieres que te lo diga?

Asiente mostrando interés. Hecho un gran suspiro.

—Se podría decir que llegue en mi etapa de rebeldía. Y me sentía libre, así que comencé a conocer todos los bares, las discotecas, el alcohol se volvió mi mejor amigo y me la pasaba viviendo de noche—miro al cielo volviendo a traer los recuerdos que enterré desde hace bastante tiempo—Pobre las mejores drogas que existieron en el mundo. Lo peor es que fui una presa fresca para los paparazzis, y fotos mías rondaban por las redes.





—Robert...

Cada vez aumentaba más sus movimientos bruscos arriba de mí.

Hacerlo en un auto no es lo más cómodo del mundo, pero las hormonas se aprovecharon de él.

—Solo suéltalo, nena—me mira a los ojos con su respiración agitada—Abre bien las piernas.

Le obedecí gimoteando con la respiración agitada.

—Me... me duele... para...

—En el sexo mando yo, solo un poco más.

Y tiene razón, es nuestra regla y no puedo romperla. Al sentir como metió un poco más de él en mi interior clavo mis uñas en su espalda soltando un pequeño gemido.

Todo Para Que Seas FelízDonde viven las historias. Descúbrelo ahora