15. Nosotros

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MADDISON EVANS

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MADDISON EVANS

Averiguar cómo llegar a la mansión casi me bloquea el cerebro, caminé por todas las calles y avenidas que hay en la ciudad hasta que la noche me alcanzó y ahora era mucho más difícil leer los señalamientos.

Mientras que estuve caminando todo ese trayecto, pensé que sería mucho más fácil sacar el carro de mi departamento, lo tengo abandonado y lo peor de todo es que para estos momentos sería muy útil. Lo tendré en cuenta.

Tuve que pedir millones de referencias para llegar a la mansión, hasta que me encontré con un noble anciano que me explico de la manera más sencilla y concreta como llegar, y así es como ahora estoy buscando las llaves y así abrir la puerta principal, la cual tiene maña para abrirse.

No pude parar de pensar en lo que me tiene que decir Arthur, me encantaría que por fin resolviéramos todo aquello que hemos hecho y poder tener una respuesta a lo nuestro, si es que existe un nosotros. Tener que vivir con la duda continua de no saber que estamos haciendo me va a matar algún día de estos.

Abren la puerta provocando que mi llave se quede en la cerradura.

—¿Maddi?

Controlo el equilibro manteniéndome de pie.

—Josh, gracias por abrir la puerta.

Me inspecciona con la mirada.

—Pensé que ya no llegarías a dormir, es súper tarde.

—Tengo que hablar algo con Darrigan—bajo mi mirada.

—Tienes surte, no hay nadie en la casa, así que hablen lo que tengan que hablar, o si no quieren hablar será su decisión.

Pongo mala cara provocando que aviente una carcajada.

—Estoy bromeando. Solo que no tendran la mortificación de que alguien los escuche.

—¿Y Astrid? ¿Tampoco está?

Juro que si esa rubia me llegara a escuchar, lo que hay con Arthur y conmigo lo sabría hasta mi abuelo que en paz descanse.

—Tiene un congreso y regresa mañana por la mañana. Ni te preocupes por ella.

Gracias Dios.

—¿Y tú? ¿Planes?

Asienta con su cabeza orgulloso.

—Me invitaron a la fiesta de negro y créeme que no me lo pierdo por nada del mundo—mira su reloj de muñeca—Tengo que irme, la limosina me espera. Suerte Maddi.

Lo despido con un movimiento de mano.

Entro a la casa y un silencio me invade provocando una calma que hace demasiado tiempo no sentía. Inmediatamente me dirijo a la habitación de Arthur, la cual está en el segundo piso al fondo a la derecha. Al llegar a su habitación lo miro saliendo del baño que está allí mismo. Él salió del baño envuelto en vapor, con gotas de agua resbalando por su piel. Su cabello, oscuro y mojado, caía desordenadamente sobre su frente. Su torso atlético, aún húmedo, brillaba a la luz del cuarto, destacando sus músculos bien definidos. Con una toalla colgada descuidadamente alrededor de su cintura, su aspecto era a la vez fresco y atractivo, exudando una naturalidad y un encanto irresistibles.

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⏰ Última actualización: Jul 18 ⏰

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