7. Peonias

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MADDISON EVANS

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MADDISON EVANS

¿Por qué esa actitud celosa conmigo?

No comprendo la necesidad de negarme a acercarme a chicos cuando él jura que soy igual a todas. Mierda, es algo estúpido. Se que el beso que le planté en medio de los paparazzis estuvo un poco atrevido, pero tampoco es motivo para que me esté siguiendo para alejarme a chicos.

Yo nunca me he metido en su vida, jamás me ha importado con quien sale, con quien se besa, ni mucho menos con quien se acuesta. Les juro que, si a Arthur le hubiese pasado lo mismo que yo, quiero decir, que una chica lo esté "coqueteando" me daría igual.

¿Estás segura? Te recuerdo que cuando tuviste ese roce con Astrid, te sentiste un poco celosa.

A eso no se le llama celos...

No pasó nada del otro mundo, simplemente Patrick y yo conversamos sobre temas que se nos venían a la mente, acerca de nuestra cita y me dejó en la mansión. Además, no iba a permitir nada entre nosotros, como de un acostón de una noche clandestina, por supuesto que no.

Quizás mi yo de hace dos años no habría perdido la hermosa oportunidad de tener sexo con un actor, pero ahora les juro que no está en mis planes.

En cuanto llegue a la casa, todo estaba obscuro, pero esos gemidos que provenían de en la habitación de Arthur se robaron mi atención. Como era posible que él me dijera con quien tendría que estar si él se acuesta con cualquier chica que le sonría, eso es totalmente ilógico. Ignoré mis pensamientos encerrándome en mi habitación y esperar que la noche sea larga.

Ahora mismo sigo recostada en mi casa negándome a abrir los ojos, quiero descansar y despertarme tarde por lo menos un día al año.

Se abre la puerta de una manera repentina que me levanto de inmediato.

—¡¿Que estás loca!? ¡Maldita sea, Evans! ¡Pudiste dañar mi carrera, mi sana reputación!—grita enfurecido.

—"Tu sana reputación"—murmullo entre risas.

—¡Es enserio! ¿¡Acaso crees que un beso en medio de los paparazzis es como un cuento de hadas!? Por Dios, Maddi, ¡por supuesto que no!

—Fue divertido, admítelo—cruzo mis brazos.

Rodea los ojos.

—¡Por supuesto que no! Estuve media hora con los paparazzis soportando sus estúpidas preguntas. ¡Además, estamos en todas las redes sociales!

—Te lo merecías.

—¿¡Fue por venganza!?

Levanto los hombros.

—¡Por supuesto que sí! ¡Ahg! ¡Lo sabía!

—Por lo menos no me lleve aúna chica a mi cama esta noche.

Todo Para Que Seas FelízDonde viven las historias. Descúbrelo ahora