El menor caminaba al lado del más alto, quien parecía un completo nuevo en el vecindario, su manera de observar todo a su alrededor con curiosidad lo delataba.
Varias personas que pasaban por su lado habían clavado su vista en aquel pelinegro, y eso no era una sorpresa para el, quizás habían pasado millones de siglos, pero el no había perdido su dote.
- ¿No te incomoda? - preguntó el menor cortando el silencio entre ellos, el pelinegro no sé inmutó en responder aunque realmente no comprendía a lo que se refería el rubio - que todos te miren así, ¿No te incomoda? - y por fin entendió su punto pero no tenía ganas de responder así que continuó ignorándolo.
El rubio seguía sin comprenderlo, pero no preguntaría nada más al respecto, le asombraba toda la atención que este recibía de todas las personas a su paso, y es que incluso para el era sorprendente la apariencia del mayor, se preguntaba si sus ojos eran realmente verdes o solo eran lentes de contacto.
Sus pensamientos fueron interrumpidos cuando observó en frente suyo el supermercado, finalmente habían llegado y lo mejor es que caminado, la distancia desde su departamento era muy larga por lo que le sorprendió el corto tiempo que había demorado.
El pelinegro observó con atención la enorme residencia en frente suyo , las paredes eran transparentes al igual que la puerta.
¿Que sigue?, ¿Un gato volador? - pensó.
- Es aquí - avisó el más bajo cruzando la puerta de vidrio que para la sorpresa del mayor era notoria - entra - insistió el rubio al ver que este se quedaba parado afuera.
Ya dentro del lugar resultaba no ser tan grande como imaginó, en su interior habían repisas y estanterías llenas de objetos que desconocía.
De pronto su análisis al lugar se vió interrumpido por un canino en el sitio de recepción, el animal comenzó a ladrar efusivamente desde la llegada del pelinegro al lugar, tanto que incluso el dueño no podía detenerlo, las personas al rededor observaban asombrados la escena, el can jamás se había portado de esa forma con los clientes, siempre era silencioso y educado.
El pelinegro observó al animal con desagrado, sus ojos formaron un tono más fuerte mientras esté le comunicaba un mensaje con la mirada.
¡Cierra el hocico!
Ordenó al canino y este inmediatamente aulló con rendición y se escondió debajo del escritorio.
- Es por aquí - insistió el rubio guiando al más alto por los pasillos después de haber tomado un carrito.
El pelinegro siguió al menor por varios minutos hasta que se aburrió y decidió perderse por otros pasillos.
- ¿Cuál crees que sea mejor? - preguntó el menor a la nada - ¿Señor? - volteó confundido en busca del pelinegro y logró verlo en el fondo del pasillo por la sección de verduras.
¿De verdad soy tan aburrido? - pensó algo decepcionado mientras continuaba con sus compras.
Viajó hasta la sección de lácteos dónde tenía que cojer un bote de yogurt, por desgracia este se encontraba en la parte más alta del estante. Miro a ambos lados en busca de alguien que pudiese ayudarlo pero su vista solo encontró al pelinegro distraído con la sección de embutidos, caminó hasta este con algo de inquietud.
- Mmm...¿Podrías ayudarme a alcanzar ese envase de yogurt? - preguntó tímido y este lo observó por unos segundos para después ignorarlo olímpicamente.
El rubio suspiró triste y regresó a la sección de lácteos, tendría que hacerlo por si mismo.
Con cuidado se elevó de cuclillas y extendió su brazo en un intento por alcanzar el envase, pero fue inútil.
Optó por la segunda opción y subió un escalón del estante arriesgándose a una caída dolorosa, lastimosamente en cuestión de segundos perdió el equilibrio y cayó para atrás sin el envase en sus manos.
Creyó que dolería, incluso pensó que estaba inconsciente, pero en realidad se encontraba en los brazos de alguien, volteó apenado encontrándose con nadie más que el pelinegro, quien tenía las manos aferradas a su cintura y una mirada indiferente como todas las veces.- Enderézate - ordenó irritado por tener que salvar de una caída por segunda vez a un chiquillo torpe, avanzó hasta el estante y golpeó el mueble provocando que el envase de yogurt cayera en sus manos - toma - arrojó el bote al menor quien casi sale golpeado por sus malos reflejos.
- Gracias - escuchó del rubio pero simplemente lo ignoró y regresó a lo que hacía.
El rubio sonrió para si mismo, el sabía que en el fondo el pelinegro era una buena persona y que solo hacía falta conocerlo más.
(...)
Las compras habían terminado y ahora el rubio avanzaba detrás del pelinegro con dificultad por el peso de las bolsas.
El mayor por nada en el mundo se ofrecía a ayudarlo, incluso se le hacía divertido verlo sufrir mientras prácticamente arrastraba las bolsas de compras.
Ya habían avanzado casi la mitad del camino cuando de pronto una música comenzó a sonar en uno de los bolsillos del menor, quien arrojó las bolsas de inmediato para responder la llamada.
- Hola hannie - habló alegre al teléfono.
El pelinegro rodó los ojos y se detuvo para esperar.
- Lixie, ¿Que haces?, ¿Puedes venir a mi casa ahora? - preguntó el castaño desde la otra línea.
Entonces así es como se comunican ahora - pensó.
- No lo se sung, estoy con un montón de compras en este momento - explicó con un puchero.
- Pero trae todo eso, quiero almorzar contigo, te extraño lixie - habló meloso.
El rubio analizó arduamente la respuesta.
¿Que se supone que haría con el pelinegro?, No podía simplemente dejarlo en su habitación, además solo contaba con una copia de la llave de su departamento.- Está bien Han, pero ....¿Te molesta si traigo a alguien más? - preguntó dudoso.
- ¿Alguien más?, Pero Lix, tu no conoces ni a tus vecinos .....¿No me digas que le hablaste a uno y ahora es tu amigo?, ¿Quieres reemplazarme Lixie? - chilló el de cachetes lindos.
Humano dramático
- No, no es eso, solo estoy hospedando a alguien por un tiempo y no puedo dejarlo solo en mi departamento - explicó observando al pelinegro quien no le apartaba la mirada por ningún segundo, parecía estar impaciente por la espera.
- ¿Hospedando a alguien?, ¿Desde cuándo?, ¿Y porqué no me contaste nada? - reclamó.
Que molesto - opinó el ente.
- Te lo hiba a decir hoy - remedió el rubio.
- Bien entonces tráelo y me dirás todo, pero apresúrate tengo hambre - habló por última vez antes de colgar la llamada.
- Perdón por la demora, es que mi amigo es algo hablador aveces - explicó apenado mientras volvía a cargar las bolsas.
¿Amigo dice?
Avanzaron unas cuadras más, por suerte la casa del su amigo la ardilla no estaba tan lejos cómo la del pecoso.
Gracias por leer
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EL PRAKLOO / CHANLIX (adaptación)
أدب الهواةDónde un enigmático mito, de esos que suelen contarse a los traviesos niños, se revela más tangible y verídico que la propia existencia de los majestuosos dinosaurios que poblaron la antigüedad En el centro de esta trama se encuentra una reliquia d...