Capitulo 8

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- Ahora que ya comimos algo, me toca decidir a que juego subiremos está vez - aseguró el castaño.

- Eso no estaba en el acuerdo - se quejó el menor

- Y me decido por el carrusel - decidió.

- Pero.... Eso es para niños Sung.

- Yo no veo ningún niño en ese juego.

Y efectivamente, no había ningún niño en este juego, era un carrusel para parejas, uno muy colorido cuyo propósito era brindar una experiencia relajada y romántica a sus pasajeros.

- ¿Estás seguro?, No parece muy divertido.

- ¡Hey!, Este juego siempre me recuerda a mi niñez, quiero recrear esos momentos, y no hay mejor forma de hacerlo junto a mi mejor amigo.

El pecoso pareció pensarlo por unos minutos hasta que al final cedió ante la idea.

No pienso subirme a esa cosa - pensó el azabache.

- ¿No vienes? - preguntó el rubio al observar a este parado en frente de la atracción.

- pagué para los tres - recordó el castaño ya arriba de su montura.

El mayor simplemente los ignoró y caminó hasta la banca más cercana del lugar.

- Déjalo, talvez no le gustan los caballos - supuso el de mejillas regordetas.

La atracción empezó a girar al igual que una hermosa música empezaba a sonar de las bocinas, el viaje comenzaba lento y relajado, ambos amigos se observaban con una sonrisa en sus rostros, hace ya varios años que no hacían esto y estaban viviendo un momento melancólico al recordar aquellos tiempos.

El azabache observaba a ambos jóvenes divertirse, lo que le permitió pensar en lo mucho que la humanidad ha cambiado en todos estos siglos, en esta actualidad la gente era libre, sin reyes y esclavistas de por medio, pero si una cosa no ha cambiado es la injusticia y la maldad, y estaba agradecido por ello.

- ¡No hagas eso o te caerás! - se escuchó de Jisung.

- No voy a caer, no seas exagerado - justificó el menor elevando sus manos para disfrutar del paseo.

Está exploración le había sido útil después de todo, gracias a ello logró descubrir algo de lo que no se había percatado antes, el amigo de Felix era también un chico puro, aunque no demostraba ser muy ingenuo como el otro, era alguien humilde, generoso y novato en lo que el había examinado, todas las actitudes para poseer un alma limpia, necesaria para el ritual de la luna roja, prácticamente estos chicos le estaban ahorrando el trabajo.

- Empiezo a marearme - habló el rubio.

El mayor observó con más atención a los jóvenes, estaban tan sumidos en ellos mismos, irradiando alegría en sus sonrisas, como si todo a su alrededor estuviese en orden cuando la realidad era que nada lo esta, para los humanos nunca lo esta, su tiempo en la vida era como una copa de cristal con riesgo a destruirse en un momento inesperado.

Pero por alguna razón era hipnótico ver a Felix en ese momento, al igual que en la mañana, el rubio tenía la habilidad de atrapar su atención con una sencilla expresión.
La sensación que le transmitía era fascinante, en un comienzo no le pareció agradable pero no comprendía porque ahora no, sin embargo sabía perfectamente que era el momento de apartar la mirada cuando observó a los jóvenes bajar de la atracción.

- Siento que estoy flotando.

- Parecía que rodaría lento pero no fue así - se quejó el castaño - creo que ya es muy tarde, mamá me dió permiso hasta las 9 - declaró revisando su reloj.

- Tienes razón, ¿Quieres que te acompañe a casa?.

- No hace falta, iré en taxi.

- Está bien, entonces nos vemos luego Jisungnie - se despidió el pecoso.

- Adiós Felixie - devolvió avanzando a la salida del parque - ¡Oh!, Y adiós Chan - recordó antes de irse.

- ¿Que quieres hacer antes de irnos? - preguntó el menor animado.

Irme de aquí - pensó.

- Vamos a comer algo, no quisiste comer el helado, debes está hambriento - insistió y al mayor le dió igual.

Caminaron fuera del parque donde había un pequeño puesto de comida rápida.
El rubio pidió unas hamburguesas y posteriormente se sentaron en unas bancas del lugar.

- He notado que siempre pareces estar pensativo - habló el menor - ¿Algo te preocupa?, ¿Los hombres que te hicieron daño quizás?, ¿Siguen amenazándote?.

Que ridículo.

- Sabes, en la escuela hay unos tipos que siempre me molestan, ha sido así por muchos años y ya me he acostumbrado, de hecho ellos intimidan a casi toda la clase, se podría decir que lideran la escuela, y si no los obedeces eres historia.

Todos deben tener a alguien superior para que exista la orden.

- Aunque Hannie siempre dice que tarde o temprano alguien va a revelarse y derrotarlos.

Sencillo.

- Obviamente ese no será ninguno de los dos ya que somos muy cobardes, pero el solo pensar en la posibilidad de poder salir en el receso sin temor a recibir bromas o abusos de ellos suena motivante.

El mayor comparó aquella historia con su actualidad, y es que los de su especia también existían bajo la autoridad de un líder, alguien cruel y sádico, el ser a qué todos temen, incluso los humanos.
Pero el no le temía, el lo odiaba.
Lo odiaba por el simple hecho de haberlo manipulado para convertirlo en lo que es ahora y será por siempre.
Lo odiaba por tener que estar bajo su mando por toda la eternidad, y es que el amaba el poder, era codicioso al igual que su creador, y jamás consideró algún método para traicionarlo, era algo ridículo intentar algo así.

- Hemos pensado juntar toda la clase para enfrentarlos pero nadie quiere unirse, así que estamos conformes con sus ataques hasta ahora.

Cobardes.

- Mi plan no es motivarte a enfrentar a tus opresores, estoy en contra de la violencia y su existiese una forma de solucionar tu problema a través del diálogo sería conveniente que lo hicieras, pero si no lo hay entonces creo que deberías recurrir a la ayuda de alguien más.

No necesito la ayuda de nadie.

- Te daría más consejos pero lastimosamente no sé en qué problemas estás metido - admitió con pena, en verdad quería ayudar al mayor, pero eso estaba fuera de sus manos.



                          Gracias por leer

EL PRAKLOO / CHANLIX (adaptación) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora