Capítulo VII

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Aurora Odell

Desperté con un terrible dolor de cabeza.

Ayer, luego de volver, de nuevo me obligaron a tomar las pastillas. Eso fue lo que causo que no recuerde nada de anoche, al igual que la primera vez.

Por ello no sabia como desperté estando desnuda y con mis dedos dentro de... mi.

Claro lo primero que hice fue darme una ducha, no iba a andar con un olor a auto amor por todos lados.

Utilice la ropa que estaba en las cajas, la mía olía a tantas cosas que era difícil darle un nombre, la ropa, por suerte, era un conjunto deportivo, pantalones, top y sudadera. Al menos todo era de mi talla.

Cuando estaba a punto de salir recordé la razón para todo esto: solo necesitaba el dinero. Pase mis manos por mi cara, ¿Estoy secuestrada y condenada a pasar pruebas por dinero? No, no solo por el dinero, es por él, por mi papá.

Además ¿Cuánto es? Tiene que ser lo necesario para salir de Lassa junto con mi papá, ¿si muero? ¿Quien- quien va a cuidar de él? No tiene a nadie, ¿Qué va a hacer?

Como si el alma de mi padre estuviese presente el regalo más preciado que me han dado cayo. La hacha, su hacha, la hacha que apenas podía sostener, la que estaba presente en cada momento en que mi papá también estaba. Lo hacia para él, para darle la vida que merecía, para liberarlo, esa era mi razón de aguantar esto, él.

Por ello limpie mis lagrimas, retoque mi cabello, tome la hacha y salí.

Ryan Rask

Bajaba las escaleras con un fuerte dolor en mis rodillas, me ardían por solo doblarlas, aunque intentaba ocultarlo, la mayoría del grupo ya estaba abajo, separados por los grupos de siempre.

Sentí un estirón en mi pierna, al parecer puse mal el pie y casi caigo. Al menos estaba acostumbrado al dolor, desde muy pequeño había sido demasiado enfermizo, cada poco teníamos que ir al hospital, eso, acompañado de nuestra economía, había causado que viviéramos en mal estado.

Por ello necesitaba el dinero, por ello estaba aquí, para cuando salga ir con mi abuela a otra ciudad y hacer de nuevo nuestra vida. Era lo único, solo para vivir mejor.

Los Borisov observaban al resto de personas mientras su grupito hablaba en voz baja detrás de ellos. La cazadora y su acompañante hablaban dando miraditas a los otros, el resto estaba sentado en las sillas del comedor.

Me estaba acercando a la mesa, cuando alguien me abrazo por la espalda, en un instante la reconocí, era Rachael.

Me volteé con un intento de sonrisa, en realidad me incomodaba de cierta manera que me abrazara cuando no se requería.

-¿Todo bien? -pregunto ladeando la cabeza.

Solo pude asentir, sentía las miradas de todos puestas sobre nosotros y eso también me hacía sentir extraño.

-¿Como te va en todo esto? ¿Como es tu habitación? ¿Que tenían las cajas? ¿Como te fue en la prueba?

Me bombardeó con preguntas que no sabía como responder, empezaba a tartamudear intentando hallar un respuesta a sus preguntas, escuche unas risitas detrás de mi y empecé a retroceder.

Los treceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora