Revelaciones

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La noche se cierne sobre la casa materna de Margot, trayendo consigo un manto de reflexión y desafíos. Mientras Dua y Cameron parten en el coche, la oscuridad se convierte en cómplice de las palabras no dichas y las emociones latentes.

En el trayecto, Cameron observa a Dua con curiosidad y empatía.

"Lo siento por el caos de esta noche. No es común que las cosas se pongan tan intensas en casa", comenta, buscando romper el hielo que aún persiste en el aire.

Dua, con la mirada perdida en la ventana, responde:
"Nada en mi vida ha sido común últimamente".

Sus pensamientos se entrelazan con las estrellas que decoran el cielo nocturno, mientras la realidad de su conexión con Margot y las complejidades de su situación sentimental se hacen más evidentes.

En la penumbra de la habitación de Margot, la tensión entre ella y Tom es palpable. Las palabras de Tom resuenan en el aire, cargadas de amargura y reproche. Margot, enfrentándose a su esposo, busca explicar sus sentimientos con una serenidad que apenas logra mantener.

"Tom, he vivido años hermosos contigo. Me has hecho feliz de maneras que no puedo negar", comienza Margot, su voz temblando ligeramente. "Pero últimamente, siento que me redescubro a mí misma. Hay nuevas sensaciones, pensamientos que nunca antes había experimentado".

La mirada de Tom se vuelve intensa, interrogante.
"¿Qué estás insinuando, Margot?"

"He aprendido mucho de ti, Tom. He crecido, he cambiado", continúa ella con determinación. "Tú también obtuviste lo mejor de mí porque te di todo de mí misma".

Tom, en un arrebato de desesperación, la interrumpe: "¿Enamorándote de otra mujer?"

Las lágrimas asoman en los ojos de Margot.
"No se trata de eso. Se trata de descubrir quién soy, de explorar lo que realmente quiero en la vida. Yo también di lo mejor de mí para que nuestro matrimonio fuera feliz".

La furia en los ojos de Tom refleja una profunda decepción.
"¿Acaso siempre fuiste así? ¿Es por eso que no pudiste darme hijos?" Su tono se vuelve más rudo, hiriendo el corazón de Margot.

Ella, entre lágrimas, responde:
"No es un invento, Tom. Hubo razones reales".

Tom, despectivo, concluye:
"Esa es la diferencia entre lo que tú me ofreciste y lo que yo te di, Margot. Que tengas una buena noche".

Se aleja dejando a Margot sola en la oscuridad de su habitación, con lágrimas que caen como testigos silenciosos de una verdad que finalmente ha salido a la luz.

Detrás de la puerta cerrada, el corazón de Sarie, la madre de Margot, late con fuerza al escuchar la acalorada discusión entre su hija y Tom. Cada palabra de acusación y reproche resuena en sus oídos, pero ella guarda un secreto que podría cambiar la perspectiva de todos.

Cuando Tom sale de la habitación, Sarie lo mira con ojos entrecerrados. Su semblante refleja más que desaprobación; hay un conocimiento oculto, una verdad que ha llevado en silencio durante años.

"Tom", lo llama, su voz conteniendo un tono de enojo reprimido.

Él, al notar la mirada de Sarie, se siente incómodo pero trata de sostener su postura.
"Sarie, esto no es fácil para nadie".

Ella no puede evitar soltar la verdad que ha guardado celosamente:
"No te hagas la víctima, Tom. Conozco tus secretos".

Tom parpadea, sorprendido y nervioso.
"¿A qué te refieres?"

"¿Crees que no sé sobre aquella noche hace cinco años? La noche que cambiaron las cosas", dice Sarie, con una mirada intensa.

La expresión de Tom cambia, revelando que la verdad ha salido a la luz.
"Eso ya es pasado, Sarie".

Ella, sin retroceder, responde:
"El pasado siempre deja su huella, y Margot merece saber la verdad. Pero no lo haré yo, Tom. Esa responsabilidad recae en ti".

Con esas palabras, Sarie se gira y deja a Tom solo en el pasillo, enfrentándose a la realidad de sus decisiones y al juicio severo de una madre que defiende ferozmente a su hija.

Bajo el destino de las estrellas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora