Bajo el Manto de la Luna

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Después de la cena, Dua decidió que era el momento de abordar la situación con Margot. Ambas acordaron encontrarse en un lugar tranquilo. El bullicio de la ciudad quedó atrás mientras Dua se sumergía en pensamientos.

El encuentro fue en un parque iluminado por la luz de la luna. Margot, elegante y serena, esperaba en un banco. Cuando Dua se acercó, ambas intercambiaron miradas intensas.

"Margot, necesitamos hablar", dijo Dua con seriedad.

Margot asintió, indicándole que se sentara a su lado.

"Estoy lista, Dua. Habla".

Dua inhaló profundamente, buscando las palabras correctas.

"Lo que dijiste en el evento... sobre tus sentimientos. ¿Fue en serio?"

Margot la miró directo a los ojos.

"Dua, no habría dicho eso si no lo sintiera. Estoy enamorada de ti".

La confesión resonó en el aire, creando una conexión palpable entre ellas. Dua, sorprendida y emocionada, buscó las manos de Margot.

"No sé qué hacer con esto, Margot. ¿Cómo manejarlo?"

La tensión flotaba en el aire mientras intercambiaban miradas intensas, sus ojos revelando el brillo de la conexión compartida. Dua, con su altura dominante, miraba hacia abajo hacia Margot, cuyos ojos resplandecían con una mezcla de emoción y anticipación.

Se quedaron allí, inmóviles, durante varios segundos que se sintieron como una eternidad. El silencio se rompió cuando Dua suavemente acercó su rostro al de Margot, un susurro de ansiedad y deseo en el aire. Sus cabellos se entrelazaron mientras sus rostros se acercaban, una danza silenciosa que precedía al momento crucial.

El beso fue lento y deliberado. Dua agarró suavemente el rostro de Margot, sus labios encontrándose con una dulzura palpable. El mundo se desvaneció mientras se sumergían en el calor del momento. Los latidos de sus corazones resonaban como una melodía compartida, fusionándose en un ritmo que solo ellas podían entender.

La altura de Dua, más alta que Margot, se volvió una ventaja mientras se sumergían en este beso apasionado. Se abrazaron tiernamente, como si temieran soltarse y perderse en la intensidad del momento. Los susurros del viento y los suaves murmullos de la noche fueron testigos de esta conexión única, sellada por el compromiso mutuo de explorar lo desconocido juntas.

Tras el beso, se abrazaron con ternura, como si quisieran fusionar sus almas. Margot recostó su cabeza en el hombro de Dua, y ambas compartieron un suspiro compartido de alivio y anticipación. El parque, iluminado por la luz de la luna, se convirtió en un santuario donde dos almas se encontraron y comenzaron a tejer una historia que solo el destino podía escribir.

Margot sonrió con ternura.

"Podemos descubrirlo juntas. No tienes que tener todas las respuestas ahora".

Se abrazaron bajo la luz de la luna, comenzando a explorar un camino incierto pero emocionante.

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(Continuará...)

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