Reflejos de Amor y Dolor

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Margot se deslizó dentro de su auto, cerrando la puerta con un suspiro. La tensión que la acompañaba se hizo más evidente cuando, al observarse en el retrovisor, descubrió un gran moretón en su mejilla. La sorpresa y el temor se reflejaron en sus ojos, mientras su mente rápidamente se sumergió en una avalancha de pensamientos.

Sin perder tiempo, abrió su bolso y extrajo un estuche de maquillaje. Con manos temblorosas, comenzó a aplicar capas de base y corrector, tratando desesperadamente de ocultar el impacto en su rostro. La música suave que sonaba en la radio creaba un contraste extraño con la gravedad de la situación.

Al llegar a la casa de su madre, Sarie, la saludó cálidamente, intentando descifrar los pormenores sobre como le había ido con Tom luego de confrontarlo.

Sarie:
¡Hola, cariño! Qué alegría verte. ¿Cómo estás? ¿Que tal te fué?

Margot: (forzando una sonrisa)
Hola, mamá. Estoy bien, solo un día agitado.

Sarie, aunque notó algo diferente en la expresión de Margot, no presionó en busca de detalles. Mientras tanto, la actriz, tratando de evitar las explicaciones, se sumió en un silencio incómodo, temerosa de que cada palabra pudiera revelar la verdad que prefería ocultar.

Al ingresar a la casa, se despidió rápidamente, alegando cansancio. Sarie, quedándose con una sensación de inquietud, se preguntaba si algo estaba mal con su hija, si acaso aún resentía el secreto guardado sobre la infidelidad de Tom.

Mientras Margot se encerraba en su habitación, Dua, que había mantenido conversaciones telefónicas con Sarie acerca del bienestar de Margot, decidió romper las barreras de la paciencia y prudencia. Sin dudarlo, se dirigió hacia la casa de Sarie, dispuesta a hablar con la rubia y descubrir la verdad.

Sarie: (al abrir la puerta)
¡Hola, Dua! ¡Qué sorpresa! pero a la vez que bueno que estés aquí?

Dua:
Sarie, necesito hablar con Margot. Estoy preocupada por ella.

Sarie: (preocupada)
Adelante, está en su habitación.

En la puerta de la habitación, Dua tocó reiteradamente sin obtener respuesta. En el interior, Margot, ya sin el maquillaje que pretendía ocultar su dolor, se encontraba llorando, reviviendo la brutalidad de lo sucedido con Tom.

Los golpes insistentes en la puerta interrumpieron sus pensamientos, y aunque inicialmente pensó que era su madre, se sorprendió al escuchar la voz de Dua.

Dua:
Margot, cariño, soy yo.

Confundida y preguntándose por qué Dua estaba allí a esas horas de la noche, Margot no respondía. Los golpes persistían, y finalmente, con un suspiro, decidió abrir la puerta.

Sin perder tiempo, Dua saludó a Margot con un beso apasionado, ajena a lo que sucedía en su rostro. Durante unos preciosos segundos, se perdieron en el calor del encuentro hasta que un leve quejido de la rubia la hizo detenerse.

Dua:
¿Estás bien? (con preocupación palpable)
¿Qué te pasó allí?

Intentando evadir el tema, Margot murmuró:
"Me caí".

Pero Dua, sin aceptar mentiras, la observó seriamente y preguntó:

"No me mientas. ¿Por qué estabas llorando? ¿Tiene algo que ver con ese moretón que estoy viendo?"

La habitación, envuelta en la oscuridad y la tensión, presenciaba el inicio de una discusión crucial entre dos almas conectadas por la confusión y el dolor. Dua, incapaz de comprender por qué Margot intentaba proteger a Tom, expresó su indignación

Margot:
Dua, no entiendes...

Dua:
¡No entiendo cómo puedes proteger a ese imbécil después de lo que te hizo!

Margot: (con temor)
Dua, yo...

Dua: (interrumpiendo)
No tienes que decir nada ahora, pero quiero que sepas que estoy aquí para ti. Y si es necesario, enfrentaré a ese desgraciado y le haré entender que no puede lastimarte.

La discusión se intensificó, pero Margot, buscando una manera de calmar a Dua, la besó desenfrenadamente. Dua, sorprendida al principio, se resistió, pero poco a poco cedió ante la intensidad del beso.

Margot: (mientras se besan)
Dua, por favor, necesito tu apoyo, no quiero más conflictos.

Dua: (entre besos)
No entiendo por qué...

Margot: (interrumpiendo)
Solo quédate conmigo esta noche, por favor.

Dua, aunque aún llena de preguntas y frustración, accedió. Se abrazaron en la oscuridad, buscando consuelo mutuo. Mientras la respiración de Margot se volvía rítmica y tranquila, Dua, con la luz tenue de la habitación, la observaba en silencio. Sus pensamientos viajaban entre la confusión, la indignación y un profundo deseo de proteger a Margot de cualquier daño.

Con suavidad, acarició los cabellos rubios de Margot, dejando que sus dedos se deslizaran con ternura por los mechones. Con movimientos delicados, trazó líneas imaginarias sobre la mejilla golpeada, depositando delicados besos en la mejilla marcada.
La habitación, ahora estaba llena de gestos cargados de amor y protección, una respuesta a la vulnerabilidad que Margot había revelado al permitir que Dua entrara en su mundo de secretos y dolor.

El abrazo perduró en el tiempo, como si Dua no estuviera dispuesta a soltar a Margot, como si ese contacto físico fuera la única certeza en medio de la confusión.

En cada segundo, el abrazo se volvía más profundo, como si quisiera transmitirle a Margot que, a pesar de todo, no estaba sola. La noche avanzaba, dejando a la cantante con la promesa de enfrentar la verdad al amanecer.

Bajo el destino de las estrellas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora