5: Son A y B

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Adara

El médico de Cainán me revisa, pone unas cuantas vendas y cuando ve que está todo en orden, se retira. La realidad es que no ha sido tan grave, estaré bien. Lo que no, es la mirada fija del hombre que me ayudó. Me inquieta un poco, me ha dejado muy confundida.

—¿Harás la denuncia? —consulta, luego de un silencio que pareció interminable.

—Soy policía, es lo correcto.

—Preferiría que no —opina, ahora sin mirarme.

—¿Por qué? ¿Tienes algo que ver? —ironizo.

Se mantiene frío, sé que su otra manera de ser, en la noche, se hubiera reído. Estoy casi segura de que debe tener algún trastorno de personalidad, pues sino no le entiendo la lógica.

—Yo no —se limita a decir—. Pero... —Suspira—. No solucionarás nada, haciéndolo.

—¿Por qué? ¿Por la mafia? No les tengo miedo.

—No. —Se aproxima a donde estoy sentada, entonces se inclina hacia mí, toca la herida de mi labio y se mantiene serio—. Porque sé quién lo hizo.

—¿Por qué? ¿Lo viste? Ni te he dicho el nombre, y no creo que alguien de un pequeño pueblo, sepa cómo se llama este mafioso.

—Creo que hablamos de personas diferentes. —Se inclina, levantándose, así se aleja—. Detective, lo repetiré, vuelva a su localidad, antes de que sea demasiado tarde. No eres de por aquí, no lo comprenderías.

—Si me voy, vendrá otro, así que no tiene sentido que me eches. Además, me enviaron porque aquí son unos incompetentes.

—Puede ser, pero no lograrás nada y te borrarán de la faz de la tierra, si es necesario.

—¿Y a qué se debe tu amabilidad?

—A alguien le agradas. —Creo que quiso sonreír, pero no lo hace.

—Te recuerdo que...

—A mí —aclara, antes de que termine la frase.

—¿Al "yo" de la noche? —sugiero, pero se mantiene callado—. Tu otra personalidad me tendió una trampa, no sé si sabías.

—Tiene unos métodos muy malos, me disculpo.

¿Por qué estoy hablando como si lo entendiera?

Suspiro.

—¿Tienes algún trastorno de personalidad? —consulto, para no parecer más loca de lo que me siento. Un silencio interminable llega hasta nosotros, así que lo corto, ya que no me responde—. Lo lamento, debe ser personal, no debí preguntar.

Otro silencio llega, pero esta vez me contesta.

—Sí, lo tengo —expresa, muy cortante, tanto que creo que no es sincero—. Se llama B.

—¿Disculpa? —Quedo confundida.

—Así nos diferenciamos, soy A y él es B.

—O sea, eres el primero.

—En realidad no, pero a él no le molestó llamarse B. No sé si habrás notado, pero soy muy reacio y terco.

Me río.

—Sí, lo noté. —Hago una pausa—. Entonces... ¿Eres A en el día?

—No es tan así. —Bufa—. Pero dejemos de hablar de esto, ya charlamos demasiado.

Me levanto del sillón y alzo la mano a saludarlo.

—Un gusto conocerte A. Te diré lo que le dije a B, me caes mejor.

—A mí no me caes de ninguna forma, señorita Kyleth.

No acepta mi gesto, así que bajo la mano.

—Seguiremos en contacto, así que sería bueno que me pasara su número.

—No —dice, reacio.

Sonrío.

—Es una investigación policial —expreso, animada.

—Ya veo por qué le caes bien a B.

Tú y yo paranormalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora