3: ¿En quién confiar?

710 78 7
                                    

Adara

Decido despedirme de Lott, para no seguir la conversación con Cainán, ya que ha sido un día muy ajetreado y no quiero continuar con los delirios místicos que tengo con este hombre.

Salgo del bar, pero me sigue. Un coche derrapa con el charco de la lluvia que se ha generado hace tan poco y casi me moja, si no fuera por el paraguas de Cainán. Lo que me hace cuestionar, ¿por qué cambió el tiempo tan repentinamente y cómo él llegó tan rápido? Qué reflejos.

—Sabías que iba a llover —opino.

—Sé muchas cosas. —Se ríe—. ¿Te llevo? —Señala su coche.

—Me incómoda un poco tu repentina amabilidad, prefiero al reacio.

Mantiene la sonrisa.

—Adara, siendo sincero, me preocupa.

—No hay razón para... —Me callo y enarco una ceja—. ¿Dijo Adara?

—Sí ¿Por?

—Me pediste que nos llamaramos por nuestros apellidos.

—Ah ¿Sí? —Ríe otra vez—. Lo siento, es que hay veces que no hablo con mi otro yo —bromea, aunque siento que hay algo de verdad en sus palabras.

Debo dejar de delirar.

—Gracias por su amabilidad, pero será mejor que me vaya sola.

Necesito ordenar mis ideas.

—Yo le aconsejo que no. —Parece una amenaza, pero lo dice sonriendo.

—¿Por qué no? —Enarco una ceja.

—Nos vigilan.

—¿Disculpa? —Miro hacia atrás y no veo a nadie, doy la vuelta, entonces lo tengo cerca, agarrando mi brazo—. Señor Done, se está pasando de la raya.

—Lo que ocurre es que usted no los oye. —Mantiene la sonrisa.

—¿A quiénes? —Retrocedo un poco mi cara, ya que la suya está muy próxima.

Me suelta y se aleja.

—No importa, debió ser una falsa alarma. —Observa hacia un costado—. Quizás ya se fueron o algo está fallando.

—No sé a qué se refiere, pero ya me voy, continuaremos esta conversación mañana.

—Tal vez no haya un mañana para usted.

—¿Otra amenaza? —expreso, reacia.

Se ríe.

—Yo no la amenacé.

—Señor Done...

—Puedes decirme Cainán.

—Como sea. —Bufo—. Me parece bastante extraño todo lo que hace y dice, no se librará de mí tan fácilmente, sigue siendo sospechoso.

—No debió haberlo dicho, se olvidó de unos cuántos protocolos.

—¿Usted qué sabe? —Suspiro—. Me disculpo, estoy muy alterada, todos aquí han sido muy malos conmigo, me han maltratado, y en un ambiente así, no se puede ni pensar.

—Siento oír eso, aunque parece que ha entablado amistad con Lott, sin embargo, yo no confiaría en él.

—¿Y en usted sí?

—Depende de mi humor. —Vuelve a reír—. Aunque cuando estoy reacio tiendo a ser más sensato, así que en realidad ahora no debería confiar en mí, quizás mañana sí.

—¿Eso es una respuesta? —me quejo.

—Quizás —repite y se gira—. Que tengas buenas noches, Ada.

—¿Ada? ¿Y esa confianza?

Sube a su coche.

—Si sobrevives, visita a mi otro yo, él te ayudará, es más humano.

—¿De qué estás hablando? ¿Estás loco?

—Buenas noches, Ada —reitera y arranca su vehículo, así retirándose.

¿Qué clase de hombre es este?

Como sea, será mejor que me marche al hotel y descanse un poco. No camino ni unas cuántas cuadras que de la nada una camioneta negra se frena delante de mí. Varios hombres encapuchados salen del vehículo, pero cuando quiero agarrar mi arma para defenderme, me percato de que no la tengo. En definitiva, alguien me la ha arrebatado y ni siquiera me he dado cuenta.

Me adentran en el vehículo, atan mis manos y tapan mis ojos con una tela. Hay puro silencio en el transcurso del viaje. Además de que nadie responde mis preguntas. Una vez llegamos, me sientan en una silla, me quitan la cinta y veo que estoy en un galpón. Delante de mí hay un hombre canoso y me observa, fijamente.

—¿Cuál es su relación con Cainán Done? —pregunta.

Ahora que escuché su voz, lo reconozco, ha salido en las noticias, está dentro del crimen organizado, había desaparecido hace años, creo que se llama Hernán Gutiérrez. ¿Cómo terminó en Norville? Como sea, no puedo creer que la advertencia de Cainán se haya hecho real, aunque lo que más me molesta es que en verdad ese gesto de acercarse, lo hizo a propósito, para que creyeran que tenemos algo que ver. Realmente, nos estaban observando.

Tú y yo paranormalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora