46: Dos tipos de señales

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Adara

Camino por las calles de lo que parece un Norville confuso, se ve como las fotos cuando le pones efecto negativo. Sin contar la cantidad de monstruos que caminan por allí. En realidad, son demonios, pero como casi todos están en su forma bestial, no puedo describirlos de otra manera. Esquivo a uno, me choco con otro, el cual me gruñe, corro y sigo evitando a los seres del averno. Lamentablemente, mi ropa no es muy discreta, no combina con el lugar, menos con el cielo violeta. Empiezo a dudar de si podría acostumbrarme a toda esta locura, pero si ya estoy muerta, no me quedará de otra, este será mi destino.

—Oh, mierda —me quejo al ver las sombras otra vez.

¿Será alguna trampa de Lucila?

Hizo todo esto para atraer a Cainán hasta aquí, todas esas señales, nos llevaron al infierno. ¿Qué es real? ¿En qué puedo confiar? ¿Qué es lo que soy? En todo caso, ella no sabe que escapé, ¿cómo podría ser una trampa? A menos que me haya descubierto tan pronto. La verdad, no sé cuánto llevo deambulando. Nada más pienso que, si ese algo, puede ayudarme, quizás sea una oportunidad, y si la pierdo, seguiré aquí varada.

El empujón que me falta lo doy cuando visualizo a mamá. Corro en su dirección y sigo a las sombras. Giro en una calle, entonces llego hasta una enorme iglesia.

¿Hay iglesias en el infierno? Quizás es satánica.

Tomo bastante aire y avanzo, ya llegué hasta aquí, no me puedo acobardar. Abro despacio la gran puerta, entonces camino por la larga alfombra opaca. Este sitio no se ve tan fluorescente, está bastante oscuro y vacío. No hay tantos colores. La sombra pasa por un pasillo, así que muevo mi vista, rápido, hasta allí. La sigo. Dejo atrás el recinto central de las bancas largas y una cruz destruida. Aunque pensándolo bien, si este es el paralelo de Norville, supongo que tiene sentido que haya una capilla. No he ido, pero sé que tenían una, así que los lugares deben estar en el mismo sitio.

Si lo piensas bien, Norville no es tan pequeño, sin embargo, su espacioso bosque lo hace ver mucho más grande.

Oigo cadenas y dejo de correr. Me aproximo a una puerta, está atrancada, así que debo hacer fuerza. Una vez que lo hago, empujo y me caigo. Mierda, creí que estar muerta no me haría sentir tanto, pero dolió. Alzo la vista cuando dejo de estar aturdida, entonces lo visualizo.

—¡¡Akil!! —me corrijo—. Su paralelo.

Me levanto, corro hasta él, el cual se encuentra atado con dos grandes cadenas en sus muñecas, que mantienen ascendidas sus manos, enganchadas del techo. Se ve cansado, tiene las rodillas en el suelo, no puede pararse bien. Alza su vista y al verme, frunce el ceño, entonces freno de acercarme.

Recuerdo que Lucila tiene mi rostro y por consiguiente su alma, así que es probable que piense que soy ella.

A todo esto, ¿por qué las sombras me trajeron aquí?

—No soy quien crees, soy humana y vengo del mundo de los vivos —aclaro, aunque no suene muy convincente lo que digo.

Entrecierra los ojos.

—Puede ser, ¿por qué la señorita Kyleth vendría hasta aquí?

Usa mi apellido, ¿será que también se llama Adara y Lucila se lo inventó?

—Ya veo —analizo—. No ha venido a visitarte en un buen tiempo.

—Es que no va a obtener nada de mí.

Tú y yo paranormalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora