27: Un almuerzo de aliados

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Adara

No puedo relacionar los casos vigentes. Lucila, el hombre de la cabaña y los campistas. La única conexión que hay entre ellos es Cainán, o sea, todos murieron donde él estuvo cerca. Aunque no hay más que eso para señalarlo como el asesino, sin contar que es un demonio que come carne humana. ¿Puedo creerle? ¿Será verdad que él no asesinó a esas personas? Debo quitar todo lo personal de este caso, y por suerte, lo tengo a Akil para ello.

Al final la casa no sufrió severos daños, pero Cainán estaba ahí. Nuevamente, me ha jurado que no es el culpable. Ya no sé qué creer. Además, si se ha alimentado de alguien, ¿de quién? ¿Acaso me revelaría sus verdaderos asesinatos o sus fechorías en contra de la ley? No puedo pensar con buen juicio de esta manera. Seguramente, ha matado, y solo le tomo importancia a las muertes que me han asignado.

¡¿Pero qué pasa conmigo?! Soy igual de despreciable que un demonio, igual que todos en Norville, incluyendo a Akil, pues es uno de ellos. Encima puedo controlarlo, ¿qué es esto? ¿Qué está bien y qué es lo malo? Mi juicio como policía se ha ido al carajo, desde que llegué a este lugar.

¿Y si soy uno de ellos? ¿Qué debo pensar? ¿Qué tendría que hacer?

Dejo de observar la pizarra, donde conectaba los puntos de mi caso, entonces me giro, así que visualizo al culpable de todos mis problemas, del otro lado de la ventana. Es B, moviendo su mano, haciendo un gesto de saludo, luego hace una señal con su dedo, para que pueda salir de la comisaría. Bufo, pero acepto su invitación. Salgo del edificio a encontrarme con él.

—¿Qué quieres? —pregunto, molesta—. Intento resolver un caso que, ¡oh, casualidad!, eres el principal sospechoso, no puedo seguir involucrándome contigo.

—Dijiste que somos amigos. —Hace una gran sonrisa—. Así que decidí invitarte a almorzar, nada de carne, por supuesto.

Entrecierro los ojos.

—Bien, supongo que debo aceptar. —Bufo—. Si no lo hago, estaría faltando a mi palabra. Además, ya estuve demasiado tiempo mirando a esa pizarra, sin obtener ni una pista.

—¡Esa es la actitud! —Se relame los labios, luego señala su coche—. ¿Vamos?

Lo observo con desgano, pero al final lo acompaño hasta su vehículo, luego me abre la puerta como todo un caballero.

Una vez llegamos al restaurante, Cainán ordena unos espaguetis. No es la comida más ostentosa, pero todo es mejor que la carne. De solo pensar que los demonios se alimentan de humanos, se me revuelve el estómago.

Y a B con esos fideos, así que me río.

—Oye, no es carne —me aclara—. Obvio que me va a dar indigestión.

—No hagas esas caras —me burlo.

Él hace una gran sonrisa.

—Lo dudaba, pero me alegra que seas humana.

Giro el tenedor entre mi comida, la introduzco en mi boca, mastico, luego trago. En todo el proceso no dejé de mirarlo. Luego me limpio los labios antes de responder.

—Claro, sino no podría degustar esto —afirmo—. Aunque he probado mejores.

—Probablemente, seas bruja, pero tampoco me desagrada, esas se pueden comer. No son tan deliciosas como las humanas, pero tienen un toque especial.

—No soy bruja. —Me molesto—. Y deja de mirarme como un trozo de carne.

—Suponiendo que no lo seas, quizás una te ayudó a atrapar el alma de Akil, hay que encontrarla y hacer que lo revierta.

Enarco una ceja.

—Si fuera así, ¿por qué no lo recuerdo?

—Sigue estando la opción de que otro demonio tenga tu alma, ya a Akil lo tenemos descartado, no vi indicios de aquello.

—Deja de desconfiar de Akil, es un buen chico. —Lo señalo con mi tenedor.

—Es un demonio —me recuerda.

—Sí, lo sé —expreso, resignada, bajando el cubierto.

—Relájate.

—No puedo, esto de las almas me molesta. —Suspiro de manera pesada, luego alzo la mirada de manera acusatoria—. Lo que me recuerda, que todavía no le dijiste a Elerick, que revoque la orden, la cual le hiciste obedecer a Triana. —Entrecierro los ojos.

Se ríe.

—Sí, sobre eso, no va a pasar.

—Triana es humana y se nota que te llevas bien con Elerick. El imbécil es un desalmado, pero entiendo que quiere ayudarte, así que más vale que me regreses a mi amiga —amenazo.

—Pero...

—Pero nada, B, me molesta que Triana esté metida entre un montón de demonios. Sin contar que aparte de Akil, es la única que quiere investigar como yo, y ayudarme, así que dile a Elerick que la libere de tu tonta orden.

Rueda los ojos.

—Bien. —Saca el celular del bolsillo, marca el número, y se pone este en la oreja—. Escucha, estúpido, dale la orden a tu comida podrida de que ya puede ser amiguita otra vez de Ada. —Mira la pantalla—. Ah, me cortó, pero supongo que lo hará, es Elerick después de todo. —Guarda el teléfono.

—Obvio que te va a cortar, solo mira cómo le hablaste.

Se carcajea.

—¡Sí, fue gracioso!

—Deja de maltratarlo, me cae mal, pero lo quiero de nuestro lado.

—Ay, Adita, al fin tenemos algo en común. —Pone el codo en la mesa y su mano en la mejilla—. No fue tan malo hacernos amigos.

Lo observo de mala manera.

—Espero no arrepentirme.

Me guiña.

—Lo tendremos que descubrir. 

 

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Tú y yo paranormalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora