50: La pesadilla acabó

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Adara

Grito como desquiciada, sintiendo un dolor horrible en el pecho, luego noto unos fuertes brazos, aferrándose a mi cuerpo, y cuando reacciono, un montón de lágrimas mojan mi rostro. Quedo tildada un segundo, miro a todas partes, he estado antes aquí. Es la cama de la habitación de Cainán. Mientras el dolor se disipa, siento mis mejillas arder. Termino de reaccionar, me sujeto de su varonil físico, y clavo mis uñas en su espalda. Cierro mis ojos, deleitándome con su aroma.

—Cainán. —Suspiro.

—Ya estás a salvo. —Se aleja, así que abro mis ojos, entonces él me mira fijo y de mejor manera—. ¿Cómo te sientes?

—¿Y Triana? ¿Está bien? —digo lo primero que se me viene a la mente.

—Sí —expresa con su clásica cara de póker y confirmo que es A—. Ya se fueron

Quedo confundida.

—¿Se fueron?

—Norville le concedió a Elerick irse del pueblo, así que logró marcharse con Triana. No podía volver al clan, fue al infierno a buscar a una humana, eso se ve muy mal para un demonio. No obstante, se nota que ya ha superado ese asunto.

—¿Cuánto tiempo he estado inconsciente? —Miro mi físico—. ¿Es mío? Recuerdo que se me destruyó el tórax.

—Unos días. —Se ríe—. Sí, es tu mismo cuerpo, Norville lo reconstruyó. Aunque tardaste más que Triana, eso me hace cuestionar cosas. Supongo que ya no podrá pasar otra vez.

Río también y lo miro a los ojos, sonriente.

—No hay que jugar con la suerte.

Me sobresalto cuando me toma desprevenida. Agarra mi rostro con ambas manos, entonces aproxima el suyo, siento su respiración, luego su boca sobre la mía. Cierro los ojos, después me dejo llevar por su tacto. Su aroma es intenso, nunca lo había percibido tanto. Mi espalda se inclina y él ya está sobre mí.

—Cainán... —Gimoteo cuando siento sus dientes en mi cuello y acaricia mis muslos. Una imagen de mí, con sangre, llega a mi cabeza, así que chillo—. ¡¡Espera!! —Respiro con agitación y retrocedo.

—¿Qué sucede? —Mueve los cabellos de mi cara—. ¿Te sientes mal?

—Yo... —murmuro—. No creo que sea momento para esto.

—Cierto, acabas de volver a la vida, necesitas descansar. —Se muerde el labio inferior—. Me disculpo.

—Sé lo que pasó en el infierno. —Me acuerdo—. Tengo destellos de ello, son recuerdos más borrosos que otros.

—Es comprensible, eres humana.

—¿Qué pasó con Tempest? —pregunto, temerosa.

Siento una mala sensación.

—Su alma intentó pasar, se materializó todo lo que pudo, pero como les ocurre a los condenados, no logró cruzar, y Norville la cortó a la mitad, así que supongo que se quedó del otro lado. —Me acaricia la mejilla—. No te preocupes, ya no puede hacerte daño, no tomará ni tendrá un cuerpo, la pesadilla acabó. Ahora descansa.

Me da un corto beso, se levanta de la cama y lo veo salir. Me quedo tildada observando la puerta. Giro mis piernas, entonces toco el suelo con mis pies descalzos, me inclino para pararme, despacio. Camino con cuidado hacia la ventana, dándole un miramiento al bosque.

—Así que... —Hago una pausa, murmuro para mí misma, para creérmelo—. ¿Todo terminó?

Akil ya habrá completado el archivo y cerrado el caso. ¿Qué me queda? Se suponía que decidiría esto cuando todo acabara, y ya es el momento. ¿Debo quedarme? Todo lo que he vivido aquí, ¿tiene algún sentido? No sé si Cainán se lo ha planteado, pero recuerdo las palabras de Elerick.

"Ahora eres su comida podrida".

¿Será verdad? Quizás lo dijo para molestarlo, pero, ¿y si lo fuera? ¿Cambia en algo la situación? Debo decidir esto con cautela, es mi vida después de todo. Entiendo que, para marcharme, tengo que pedirle permiso a Norville. Irme y olvidar todo, comenzar de nuevo o quedarme y aceptar esta extraña vida, pero con esta última opción, ¿soy capaz? Digo, el ser por el que late mi corazón es un demonio que come carne humana. Mi lado moral me acompleja en desmedida, pero también...

Miro mi reflejo y visualizo las líneas en mi cara, las toco, aunque no están ahí. También lo soy, también soy algo aberrante. No creo que pueda olvidarlo todo, mientras esto me persiga.

Por favor, mamá, dime qué hacer, ayúdame con mi conciencia.

            Por favor, mamá, dime qué hacer, ayúdame con mi conciencia

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