Adara
Recibo un golpe en la cara, cuando no le respondo al mafioso Gutiérrez, pero con sinceridad, no puedo decir mucho, no va a creer que no hay ninguna relación con Cainán. Claramente, sus hombres vieron cuando él me tomó del brazo y estuvo próximo hasta mí. Ese gesto presta a mucha confusión. Siento que lo hizo a propósito porque no me fui con él, como ofreció antes de marcharse. Es evidente que se vengó, no hay otra explicación.
Escupo la sangre.
—Escúchame, soy detective, estoy en un caso, secuestrar a un efectivo policial es muy problemático, tendrás represalias, deberías dejarme en libertad.
Agarra mi cabello con fuerza.
—Escúchame tú a mí, respóndeme la pregunta. —Me empuja la cara—. ¿Quién eres, zorra?
—Ya te lo dije, soy detective, Cainán es solo sospechoso de un caso.
—Dijo sospechoso. —Se ríe—. ¿Oyeron? Dijo sospechoso —repite.
Empiezan todos a carcajear, pero se callan cuando un hombre entra al galpón. Creí que Gutiérrez era el líder, pero al parecer este muchacho les impone miedo, ni una risa se escucha ahora en el recinto.
Me quedo perpleja, por un momento me pareció ver unos ojos rojos, sin embargo, reacciono, muevo la cabeza y sus pupilas son normales, de un color marrón común, sin ningún brillo.
—Se llama Adara Kyleth, no es importante —explica, tranquilo, el moreno—. Asesínala antes de que sea un problema.
—Claro. —El matón levanta su arma.
Oigo un maullido y unas cajas se caen. Cuando se distraen, pateo el revólver, aunque caigo hacia atrás con la silla. Para mi buena suerte esta me protege de las otras armas, entonces eso me da tiempo a desatarme y correr. Veo a un gato en la ventana, así que la cruzo, cubriéndome la cara, para que el vidrio no me lastime.
Permanezco escondida detrás de unas cajas, pasan horas hasta que creo que es seguro, entonces sin pensarlo voy a la aseguradora en donde está Cainán. Debería ir a la pequeña clínica del pueblo o con mis colegas, pero siento que nadie me querrá ayudar y es probable que Lott haya sido el que me robó el arma.
Por extraño que parezca, me genera más confianza el sospechoso.
Llego al edificio muy temprano, no hay nadie ni su secretaria, pero de todas maneras las puertas están abiertas y al entrar en su oficina me encuentro con ese gesto frío que vi la otra vez.
Sonrío.
—Eres tú.
Pierdo el conocimiento.
Cainán A.
La detective está tirada en el suelo de mi oficina. Me agacho, la levanto entre mis brazos, entonces la llevo al sillón, recostándola allí.
«Es linda», dice B.
—Cállate. —Apago la voz de mi otro yo.
Por su culpa estoy en este embrollo, se suponía que debíamos alejarnos de la gente y este estúpido socializa con cada persona que ve.
Reacciono cuando visualizo que se mueve, entonces me inclino. La mujer abre los ojos y se encuentra con los míos.
—¿Por qué has venido aquí? —consulto, fríamente, mi voz no suena cálida ni por asomo—. ¿Por qué no has ido al hospital?
Aproxima su mano a mi brazo y lo agarra.
—Eres tú —repite.
—Sí. ¿Qué con eso?
—¿Quién eres tú? —reformula lo que dice.
Me la quedo mirando fijo, entonces me levanto. Voy hasta la ventana, observo que hay gente sospechosa, caminando por los alrededores.
Elerick debe estar molestando de nuevo.
Entrecierro los ojos al ver un gato en el techo de una casa vecina. Criaturas del demonio. Cierro la cortina molesto.
—Te llevaré a una clínica segura —acoto. Me giro, viendo que se ha sentado—. ¿Qué estás haciendo?
—Creí que te desagradaba —opina.
—A mí sí. —Al otro no estoy seguro—. Pero no soy un desalmado.
—Cainán ¿Conocías a Lucila? —consulta de repente sobre la víctima.
—No estoy seguro —digo sin titubear.
Frunce el ceño.
—¿Por qué esa respuesta tan ambigua?
La ignoro y camino a la puerta, cambiando de idea, así que le termino aclarando:
—Será mejor que llame a un médico, quédate aquí.
—Oye...
No la dejo terminar porque cierro y continúo mi camino. Mientras me dirijo a buscar un teléfono, vuelvo a activar a B, para consultarle.
—¿Tú conocías a Lucila?
«Puede que sí, puede que no».
Esa respuesta ha sido más ambigua que la mía, pero tiene sentido, soy yo mismo, hablándome.
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Tú y yo paranormal
ParanormalUna detective fue enviada a investigar un asesinato en un pueblo pequeño, el único testigo y posible sospechoso es Cainán Done, un misterioso hombre que oculta un extraño secreto, así que nadie se atreve a enfrentarlo. El problema no es que sea un s...