☆ 𝟐. 𝐒𝐨𝐥𝐞𝐝𝐚𝐝 𝐚𝐜𝐨𝐦𝐩𝐚𝐧̃𝐚𝐝𝐚 ☆

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- Hola, me llamo Hwang Hyunjin, he visto que estabas un poco deprimida y te quería preguntar, ¿Te encuentras bien? Ya sé que no nos conocemos de nada pero me gustaría ayudarte en todo lo que pueda - la sonrisa sincera de aquel chico era bastante dulce, él la miraba a los ojos y pudo ver lo vacíos que eran, como si alguien hubiera apagado el brillo que alguna vez hubieran tenido.

-P... Pues... El otro día... Hubo un simulacro de incendios... Y... Ví que a alguien se le calló esta bufanda... - alzó la bufanda a la altura de Hyunjin - Por casualidad... ¿Sabes de quién es?

- Mmm... - Hyunjin cogió la bufanda y la empezó a "inspeccionar" - Sinceramente, no tengo ni la menor idea. - la volvió a mirar a los ojos - Oye... Tú... ¿Eres nueva aquí? - Hyunjin se sentó a su lado.

- No... Este es mi tercer año...

- Pues que raro, yo llevo aquí tres años y no te he visto en ninguno.

- Ya... Me lo suelen decir... - puso un tono un poco triste.

- Y... Bueno... Yo ya me presenté, ahora es tu turno. - le sonrió, a pesar de los nervios que sentía Yoonah al presentarse, su sonrisa amable la convenció.

- Pues... Yo... Me llamo Yoonah... Kim Yoonah.

- ¿Yoonah? Es un nombre lindo. - Hyunjin sentía que ese nombre se le hacía familiar, pero no lograba recordar el porqué - Oye, Yoonah, ¿Qué te parece si nos conocemos mejor? ¿Te gustaría ser mi amiga?

- Está bien - ella no pudo evitar sonreír después de que alguien quisiera hablar con ella y ser su amigo.

Sin que se dieran cuenta, sonó el timbre que anunciaba que el recreo había acabado y los estudiantes deben de volver a sus respectivas aulas. Yoonah se sentía bastante satisfecha con el hecho de que iba a entablar una amistad con alguien que por lo menos se dió cuenta de su existencia.

Cuando subió las escaleras, se fué directa a su clase y a su asiento de siempre, al fondo a la izquierda. Su querido y solitario asiento dónde había tenido que aguantar a los primates de sus compañeros por 3 años. Decidió dormir un poco, aprovechando que el profesor tardaría más en llegar y también porque la noche anterior no pudo dormir más de cuatro horas.

Estaba tranquilamente durmiendo cuando notó que alguien le tocaba el hombro y, antes de mirar de quién se trataba, se acomodó el pelo, se giró y vió que la persona que le había tocado el hombro se trataba de Hyunjin, lo que le había sorprendido un poco ya que ni siquiera pensó que el chico estuviera en la misma clase que ella.

Continuará...

𝑼𝒏𝒂 𝒑𝒓𝒐𝒎𝒆𝒔𝒂 𝒓𝒐𝒕𝒂Donde viven las historias. Descúbrelo ahora