onze

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EN CUANTO NO VIO AL CHICO POR NINGÚN LADO, SUPO DE INMEDIATO DÓNDE Y QUÉ ESTARÍA HACIENDO. Lucrecia antes que nada, fue a felicitar a su amiga, que una vez más, había logrado sobrevivir la placa y el mano a mano.

— Más allá de todas las relaciones que yo tengo en la casa, valoro tu juego y tu aguante —le aclaró, excusándose. Ya que iría a a consolar al chino, uno de los cuántos rivales de Furia.

— La tiene adentro tu chinito.

Le regaló una media sonrisa antes de volver a dejarla sola en el cuarto, e ingresar al de hombres.
Fue la primera en ver al chico en ese estado.

Axel se había ido hace minutos, y el chino no para de sentir culpa desde el jueves. El día en que su beneficio le fue revocado.

Lucre esquivaba las cosas tiradas en el piso del cuarto hasta la cama de él. Desde la puerta se escuchaba su respiración irregular debido al llanto, y eso hizo que apresure su paso, pisando zapatillas y almohadas.

Se tiró y lo abrazó por la espalda, apoyando su cabeza en su hombro, esperando que se destape y le dejara ver qué tan mal estaba. Ella sinceramente no lo podía creer, el reciente eliminado había empezado a hablar hacia dos días como mucho, no entendía qué tan dolorosa podía ser su partida.
Lo que si comprendía era la frustración de saber que tuvo la posibilidad de evitar esto, y la desperdició.

— Soy un boludo —su voz salía ahogada por la tela sobre él.

— Y un poquito, sí —admitió ella. Esperó que se riera o algo, pero no fue así. Optó por quedarse callada y simplemente abrazarlo.

Por más mal que estuviese él, no dejaría colgada a la única que había notado su ausencia y venido a su consuelo, así que se dio vuelta y quitó el acolchado para meterla a ella también.
Ahora él envolvía sus brazos en ella, descansando la cabeza en su pecho. Era increíble la paz que le transmitía el latir del corazón y el aroma de ella.

Algunas personas tienen la capacidad de brindarte tranquilidad, y él la había encontrado a ella.

Lucre apoyó una mano sobre la mejilla de él, notando la humedad de ellas— Es un juego, fue una mala jugada y ya está. Se verán afuera y se reirán de esto, no estés mal por favor.

— Imposible estarlo con vos.

Y no pudo ser más sincero con sus palabras.

Con los minutos la habitación se iba llenando, con gente de poco agrado para ella, pero que venían solo por él. Y es que entendía que el hombre que la estaba abrazando era tan bueno, que atraía a todos. Y ella no iba a interferir en nada.

Y cuando se dispuso a irse en cuanto no pudo soportar más las palabras de odio hacia personas no presentes, se tuvo que aguantar. Porque los gigantes brazos de Martín no iban a dejar que ella se despegue, y en su lugar echó a los demás.

ᏴᏞᎪᏟᏦᎠᎡᎬᏚᏚ | gran hermanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora