Mil maneras de liberar Wildwood.

[13] Nuestro pasado

Entre aquellos árboles y arbustos que formaban una barrera entre la aldea Wildwood y el castillo que solían ocupar los antiguos reyes, se encontraban seis jóvenes creando el plan más astuto que alguna vez haya existido. O eso es lo que creían.

—¿Que opinan de utilizar rocas de Vezas para debilitar los escudos?

—Eso no es para nada sutil, Raika. Antes de que estalle una de ellas estaríamos rodeados de Jyas —Ezio, al igual que los demás, se esforzaba para tratar de solucionar el pequeño inconveniente que atrasaba su salida de Wildwood.

Las rocas no eran mala idea, de hecho su contenido de ácido era ideal para hacer un hueco en los escudos momentáneamente, pero el estruendo que causaban cuando se estrellaban, era tal que podía oírse en las aldeas cercanas, por lo que no contarían con el tiempo suficiente para huir.

—A menos que logremos aislar el sonido —Dijo Nil, quien hasta entonces se mantenía en silencio.

—¿Algo como un hechizo de Klang? —Akemi conocía cada hechizo que existía y se practicaba, por lo que era la indicada para decidir que debían hacer en esa situación.

—Es de mis favoritos, así que yo lo haré —Dictaminó Aya y sin que los demás pudieran decir una sola palabra reanudó su camino. Aunque, claro, los demás estaban lejos de rechazar su ofrecimiento.

—Me parece justo —Opinó Ezio.

—No me arriesgaría a sufrir las consecuencias si saliera mal, así que buena suerte Aya —De todo el grupo, Raika era la más brusca a la hora de realizar hechizos, por lo que muy pocas veces resultaban.

—Es nuestra única opción y la solución más razonable —Decía Nil a la vez que recogía sus cosas, al igual que los demás. Tan concentrados estaban que no notaron la mirada desconcertada de Jeha.

—Siento mucho interrumpir lo que sea que acaban de hacer, pero ¿Podría alguien explicarme para que necesitamos un hechizo de no se qué y a dónde se dirigen? —Al oír las palabras de la princesa, todos detuvieron lo que hacían y giraron hacia Jeha que se encontraba de brazos cruzados.

—Podemos hacerlo mientras continuamos nuestro camino —Propuso Aya.

—No, acepte acompañarlos porque no había tiempo para explicaciones, pero creo que ahora me deben muchas, entre ellas cual se supone que es el plan, pero principalmente cual es el problema.

—Creemos que un Yian ingresará pronto a la aldea porque busca algo de valor en el castillo, lo cual puede ser sumamente peligroso porque al fusionarse nuevamente con su esencia lo convierte en la criatura más peligrosa a la que nos hayamos enfrentado. Es por esto que planeamos destruirlo, pero no conocemos su punto débil, por lo que necesitamos encontrar el diario de Lusine ¿Alguna duda? —Aya soltó mucha más información de la que Jeha podía procesar, por lo que era más que obvio que tenía muchísimas preguntas.

—No lo sé, ¿que dudas podría tener una persona que nunca en su vida ha salido del castillo y no conoce prácticamente nada del exterior? Tal vez algo como ¿Qué es un maldito Yian? ¿Quién es Lusine? ¿Qué hace a su diario tan especial? ¿Para que necesitan mí ayuda siendo cinco personas? —Jeha sentía que había cometido un gran error al abandonar el castillo por algo tan simple que ellos mismos podían realizar.

—Con el tiempo que contamos, solo puedo responder a una de tus preguntas —Decía Nil mientras terminaba de recoger algunos mapas— Te necesitamos con nosotros por la sangre negra, con ella en nuestros cuerpos podemos hacer lo que sea. Y, por desgracia para nosotros, somos los últimos que quedan, por lo que debemos unirnos en situaciones como estas.

Luego de decir aquello, continuaron con su camino con una Jeha poco convencida y con el ánimo bajo del resto por lo que implicaban las palabras de Nil.

—¿Cómo es eso de "somos los últimos que quedamos"? —Pregunto Jeha a Ezio al no poder contener su curiosidad.

—Verás, hace muchos años la magia era codiciada por todos, ya que no se conocía la existencia de todas las criaturas que podemos encontrarnos hoy. Sin embargo, existían rumores acerca de pequeños grupos que habitaban en cuevas oscuras y podían hacer magia con sus manos, es decir que no requerían pociones o algo parecido. Es por esto que, luego de una exhaustiva búsqueda para localizarlos, comenzaron a secuestrarlos para uso personal de los reyes y los llamaron Sorts. A partir de ese momento comenzaron a mezclarse con otras criaturas, como hechiceros, y surgieron los mestizajes, es decir nosotros. Pero claro, no podía mantenerse una situación como aquella en calma cuando están siendo utilizados y secuestrados, pero lo que más les afectó fue que comenzaran a robar a sus bebés para venderlos por el valor con el que contaban...

—Podría resumir lo que sigue como rebeliones por parte de Sorts y sus hijos con el resto, lo que acabo en grandes masacres para los Sorts, a punto de acabar con todos ellos —Interrumpió Akemi, ofendiendo en gran manera a Ezio.

—Los únicos que no fueron asesinados fueron algunos Sangre Negra —Siguió Ezio.

—¿Lograron obtener su libertad aquellos que salieron con vida? —Jeha estaba más que absorta en la historia.

—Lo hicieron, pero para ese entonces eran repudiados por todos por causar tanto alboroto por "nada", es por esto que fueron obligados a vivir lejos de las aldeas y tienen prohibido el paso por ellas.

—Asumo que su aldea no es como las demás —Pensaba Jeha que no había otra forma de explicar el hecho de que se estaban arriesgando por ellos.

—Claro que no, es incluso peor, es por esto que debemos tener mucho cuidado cuando lleguemos allí —La respuesta de Ezio dejó desconcertada a Jeha.

—Entonces, ¿por qué arriesgarse por quienes no lo valen?

—La respuesta es muy sencilla, no solo la aldea resultaría dañada en un ataque de Yian y también debemos proteger a nuestras familias —Las palabras de Akemi no hicieron más que plantar dudas en Jeha.

Entre preguntas por parte de Jeha, alcanzaron la aldea, lo cual no fue para nada una buena noticia, porque el día de los aldeanos ya había comenzado y todos se encontraban fuera de sus hogares.