Los rayos del sol comenzaba a ocupar cada espacio de la naturaleza a su alredor, haciendo que ésta luzca con mayor iluminación, aunque las copas de los inmensos árboles que los rodeaban los protegían de aquella.
El aspecto de la mayoría del grupo era lamentable, sin duda alguna se veían como si internamente rogaran por una larga siesta, sin interrupciones; y es que al ser educados en casa tenían un horario bastante específico desde pequeños, inducido por sus padres, que no estaban cumpliendo. Incluso Nil, quien era el más rebelde, los respetaba.
Sin embargo, Jeha no se percataba de ello, sino que estaba tan despierta como nunca antes lo había estado. Preguntaba sin parar acerca de todo aquello que su vista podía captar, sin perderse de nada y Ezio hacía el intento de responder.
-Entonces, el rey del que hablas, ¿solo tomó la corona? ¿Sin más? -Luego de oír la historia más de una vez, aún no comprendía cómo es que eso podía suceder y por qué no existían leyes que aprueben o no el comportamiento del llamado rey.
-Simbólicamente, sucedió exactamente como lo dices. No hubo un Concejo de Criaturas Mágicas, solo tomó el título, lo hizo suyo y al aparecer es suficiente para que toda una aldea responda a sus mandatos.
-No suena justo -Jeha no aceptaba del todo aquel hecho, pues en su imaginación el mundo era una réplica de todo aquello que sucedía en los libros que solía leer.
-No lo es y posiblemente tampoco lo hubiese sido años antes. Simplemente los aldeanos no pudieron con la idea de no contar con una figura que los guíe y aceptaron rápidamente sus condiciones -Ezio notaba que Jeha prestaba total atención a sus palabras, al punto en que no se perdía ni una de ellas- Al menos es lo que papá dice y honestamente es lo que hemos observado.
-¿Crees que se arrepientan de su decisión?
-Cada día, solo basta con conocer la situación en la que se encuentran para saberlo -Ezio notó que la curiosidad de la princesa aumentó luego de oír lo último, sin embargo decidió no ahondar mucho en ello y rápidamente giró la conversación en torno a sus vidas diarias, sin darle tiempo a Jeha para hacer preguntas. Aún así sabía que le debía explicaciones y ella se encargaría de recordárselo.
Por su parte, Nil seguía pensando en lo ocurrido horas atrás. Tan distraíado en su mente se encontraba que no notó cuando Aya fue a su lado y estaba hablándole, pero cuando lo hizo ya era tarde.
-...era muy, muy brillante. Pero, ¿sabes? Lo más impresionante es que era la única de todos ellos que parecía... ¿Estás oyéndome?-preguntó, aunque era más que evidente la respuesta.
-Lo siento, al parecer mi mente quedó atrapada en lo que sea que acaba de ocurrir -respondió, pasando ambas manos por su rostro y de esta manera intentar pasar por alto su falta de sueño, lo cual no logró del todo.
-No te preocupes, todos lo sentimos-señaló, a la vez que observaba a los demás, que se encontraban en igual o peor estado.
-He leído cientos de libros para mi investigación y no recuerdo a uno de ellos alertando sobre este tipo de comportamiento-dijo en voz alta, aunque no era más que un fugaz pensamiento.
-¿Crees que ha sucedido antes?
-¿Recuerdas la historia de los brujos que visitaron el castillo días después de la tragedia?-Al obtener un asentimiento por parte de Aya, continuó-¿Qué tal si a ellos les sucedió lo mismo que a nosotros?-Propuso a la vez que detenía su caminata. Al notarlo, la otra lo hizo igual.
-Pero, de ser así, ¿no contaban con lo necesario para defenderse?
-Según cuenta la historia, pertenecían a la categoría 4. No eran principiantes, pero tampoco eran muy poderosos. Aún así, disponían de la magia suficiente para enfrentarse a un Yian en una situación de calma.
-Tú mismo lo haz dicho, "situación de calma" no es exactamente lo que observamos allí. Aún así, la magia negra puede ser practicada por todos los que se atrevan a hacerlo y conozcan las formas de revertirla, ¿acaso no lo sabían ellos? -Esto último dejo una gran incógnita entre ambos, la cual intentarían resolver más adelante.
-En lo único que debemos centrarnos ahora es en encontrar la forma de alcanzar el bosque Elford sin ser vistos. Luego resolveremos ese asunto.
Nil extrajo de su bolso un mapa de los alrededores para visualizar una ruta de escape. Por su localización, lo más viable era bordear el Mar Zerall, ya que la cantidad de hogares disminuía en aquella dirección.
-Una vez allí debemos hallar la manera de atravesar los escudos -Aquello tenía inquieto a Nil, pues existía la probabilidad de que sus cálculos fallen y todos corran peligro.
Por otro lado, la concentración de Raika y Akemi se hallaba en el retrato que la pelirroja plasmaba sobre el papel. El dibujo consistía en nada más que la situación que habían vivido minutos atrás.
-¿Crees que sea suficiente? -Pregunto Akemi.
-Claro que sí, solo basta con comprenderlo -Respondió la pelirroja al mismo tiempo en que observaba su trabajo final. En él se encontraba el castillo rodeado de la esencia del Yian, lo cual no era algo nuevo, solo que esta vez partes del castillo caían al suelo y, a un lado, podía observarse a una persona saliendo de la espesa nube negra.
Una vez listo ambas se pusieron de pie y eligieron que árbol sería apto para colocarlo, el único requisito era que fuera visible para todos. Sin perder de vista a los demás se adentraron más en el bosque.
-¿Qué opinas de este? -Preguntó Akemi señalando un árbol de Xinos.
-Demasiado pequeño -Respondió Raika, aunque dicho árbol tuviera la misma altura que su cascada si la triplicaran.
-¿Ese de allí? -Esta vez señaló un árbol de Dalis. El cual daba justo a la entrada del bosque, por lo que todos lo verían al ingresar.
-Perfecto -Inmediatamente la pelirroja se acercó para colgar su dibujo allí. Ambas se aseguraron de que estuviera bien sujeto con la sabia de Xinos.
Terminaron su trabajo justo a tiempo, ya que a lo lejos oyeron sus nombres pronunciados por Nil.
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Mil maneras de liberar Wildwood.
FantasíaMiles de criaturas acechaban los alrededores de la aldea Wildwood cada día, envidiando la felicidad que sus habitantes mostraban. Sin embargo, solo bastó un segundo para que esa felicidad se convirtiera en tristeza y preocupación. El pasado de la al...