[5] ¿La verdad?

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La princesa despertó antes de que la luz solar apareciera y diera inicio a su aburrida rutina. Siempre los mismos días y las mismas actividades, a veces le resultaba asfixiante: despertar, aprender un poco más que el día anterior, explorar un poco el castillo buscando algo diferente, ayudar a Helena a confeccionar prendas o cocinar, cenar y a la cama.

No sabía realmente la razón por la que no podía salir del castillo. Helena, quien se encarga de su cuidado desde pequeña, siempre cambiaba de tema cuando preguntaba qué había sucedido en aquel lugar. Ella deseaba realmente que eso cambiara ese día, su cumpleaños, es decir cualquier adolescente de 18 años tiene curiosidad por saber qué ocurrió con su familia o el por qué vive en un lugar que parece prácticamente destruido.

Atravesó los grandes ventanales hacia el balcón para apreciar el azul intenso del mar que se desplegaba y se perdía en una fina línea diferenciándolo del cielo oscuro, era este el único lugar que aquella niebla oscura todavía no consumía, por lo que se encargaba de disfrutarlo.

El viento movía las suaves ondas de su cabello dorado y el vestido blanco que pertenecía a su madre cuando era joven. Lo había encontrado en su habitación mientras exploraba cuando era niña y esperaba el momento justo para usarlo, sentía que ese día era especial de alguna manera. Era una de las pocos objetos que conservaba de ella, además del hermoso collar que colgaba de su cuello desde bebé: una medialuna de plata en la se leían algunas palabras en un idioma que desconocía, de su punta colgaba una piedra circular color turquesa que la dejaba justo en el centro de la medialuna. En algunas ocasiones solía brillar sin motivo aparente, solo lo hacía, y con el paso del tiempo aprendió a restarle importancia.

Descendió las escaleras blancas y al parecer cada escalón que pasaba aparecían otros tres, cruzó dos grandes salones admirando las pinturas de las paredes y el cielorraso como si fuera la primera vez, el salón de música apareció solo para ser dejado atrás nuevamente. Solo faltaba atravesar el largo y ancho corredor hasta llegar al gran comedor. Su nombre no dejaba nada a la imaginación, su tamaño era realmente exagerado, al punto de que la princesa no entendía por qué necesitaban utilizarlo. Solo eran ellas dos y en aquel lugar cabían al menos doscientas personas. Siempre replicaba lo mismo, pero Helena nunca la escuchaba.

Su tía la esperaba leyendo un libro, al oír sus pasos alzó la vista y al ver que traía aquel vestido puesto su sonrisa cambió. No era para menos, pues la princesa era casi idéntica a su madre, por lo que al utilizar una prenda que le pertenecía le recordaba bastante a su hermana y llegaba a afectar un poco.

Su relación era muy fuerte, era como una madre para la adolecente, la quería tanto que no le gustaba hacerla sufrir y el vestir aquella prenda lo hizo. Su rostro a punto de las lágrimas lo confirmaban.

—¿Y ese vestido? Jamás lo llevaste puesto ¿Lo encontraste tú sola? 

—Sí, lo encontré en su habitación —la voz de Jeha sonaba muy apenada, ella creía que lo único que hacía constantemente era recordarle que su hermana murió— puedo cambiarlo si quieres, solo creí que se me vería bonito —se levantó de su asiento dispuesta a dejar ir aquel sueño infantil cuando la mano de su tía tomó su brazo.

—No, no es necesario. Solo te pareces mucho a ella -su mirada se apagó un poco, pues los recuerdos de esa noche aparecieron de repente, pero la belleza y alegría de la princesa eran suficiente para alejarlos a todos —preparé tu desayuno favorito, siéntate.

Durante la comida, Jeha, se mostraba un tanto inquieta, como si esperase algo con muchas ansias. Su tía al notar tal cosa, propuso una caminata por el jardín interno del castillo más tarde.

Una vez terminadas las tareas diarias de las que se encargaban ambas, estuvieron listas para el paseo.

Al ser una de las aldeas más poderosas de la zona, el castillo era realmente enorme, por lo que el jardín interno tenía el mismo tamaño que el de afuera, solo que éste se encontraba cubierto por la espesa niebla negra. Por el contrario, en el que de encontraban en ese momento abundaban flores de todo tipo, árboles y la huerta que les proveía alimentos cada día.

Helena trató cada tema que venía a su mente, sin embargo ya no podía seguir ignorando el estado de la princesa. 

—Jeha —interrumpió el relato de la menor sobre las clases que tomaba a diario— creo que es momento de que sepas la verdad -tomó aire, mucho aire y continuación dijo— ¿Qué quieres saber?

Al fin, ese momento que tanto había anhelado. La princesa no perdió su tiempo y lanzó todas y cada una de las preguntas que vinieron a su mente:

—¿Qué ocurrió con mis padres? ¿Por qué no podemos salir del castillo? ¿Qué hay allá afuera? ¿Por qué la mitad de este lugar está destruido? —El entusiasmo era más que evidente en su voz y no era para menos, por fin tendría respuestas.

—Despacio, Jeha, no es fácil recordar tanto —ella prestó total atención a cada palabra que soltó a continuación— Verás, antes de que nacieras tus padres lideraban una aldea, la aldea Wildwood —¿una aldea? Sabía que eran por todos los libros que había en la biblioteca, pero ¿existía una allí afuera? Se preguntaba la princesa— en ella vivían criaturas de todo tipo, no solo personas —eso la dejó aún más confundida, es decir, solo conocía a los seres que vivían en los libros pero creía que eran totalmente falsos y existían gracias a su imaginación— Días después de tu nacimiento, el gran salón se encontraba repleto de aldeanos que se preparaban para recibirte,  sin embargo algo salió mal, una de esas criaturas irrumpió en el castillo y... el resto ya lo conoces, nadie entra y nadie sale, es la única regla.

—La aldea de la que hablas ¿Todavía existe?¿Hay más personas en el exterior? —aún no quería hablar sobre la muerte de sus padres, aunque su tía no lo haya dicho explícitamente su relato le dolió un poco y no podía imaginar el efecto que tenía en su tía, pues estaba recordando lo sucedido aquella noche y no quería provocarle más dolor, por lo que desvió la conversación hacia ese punto.

—No lo sé, eso fue hace mucho tiempo, probablemente ya no quede nadie.

Es así que su tarde se basó en responder cada duda que le surgiera a la princesa, muchas de ellas dirigidas hacia la niebla oscura que las rodeaba "El clima no es el mejor en este lugar" había respondido su tía. Pero, claro, Helena sabia que se trataba de algo más grande, sin embargo Jeha nunca lo sabría. Además, si respondía ahora podrían olvidar el tema para siempre y continuar con sus vidas.

 Además, si respondía ahora podrían olvidar el tema para siempre y continuar con sus vidas

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Mil maneras de liberar Wildwood.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora