El olor a la comida recalentada no era el mismo que recordaba al pensar en la cocina de su tía abuela Minnie. Sentado de niño movía los pies debajo de la mesa, esperaba que terminara de cocinar con las manos cruzadas y con la paciencia de un adulto. Al menos eso era lo que le repetían «es tranquilo, tiene alma de alguien que ha vivido al menos 30 años». Siempre espero que su tía Minnie le explicara qué significaba eso, pero se fue muy pronto y con ella también se fueron respuestas tan triviales como esa. Sin embargo, a veces, cuando la recordaba incluso rodeado de la comida recalentada sentía que estaba con él en ese viejo departamento que le había dejado cuando todo se había acabado y las preguntas verdaderamente importantes se hicieron presente.—¡Hola, ya llegué!
Perdido en sus recuerdos favoritos de infancia, dió un brinco cuando su compañero de piso gritó anunciando su presencia.
—Ya me di cuenta —respondió viendo de reojo a Taehyung luchando por entrar a la casa con un abrigo largo verde en una mano y en la otra su bolso—. Llegas temprano.
—De hecho llegó tarde, salí de clases hace cuatro horas, pero me tuve que quedar trabajando para una entrega que tengo mañana.
Taehyung se veía tan cansado como bien arreglado. Arrastró los pies hasta dejar el block de dibujo que tenía debajo del brazo en el sillón junto a su bolso.
—Lleva tus cosas a tu dormitorio al tiro, recién ordené tu desastre.
—Déjame, entre el tuyo y el mio no hay mucha diferencia —No lo dijo molesto, más bien sonó divertido acostumbrado a conversaciones como esas—, huele bien, ¿cocinaste?
—Sí, ayer. Hoy es día de recalentado.
Sacó del fuego la sartén sin notar que Taehyung se había acercado a su espalda hasta que pegó su mentón en su hombro.
—¿Puedo comer contigo? —dijo sin despegarse de él, con el mentón tan hundido en su hombro, que sintió dolor—. Necesito comer algo más que Oreos o me desmayaré.
Ya estaba acostumbrado a ese tipo de cercanía con él. Luego de casi un año con un chico como él, no queda más que acostumbrarse o los dolores de cabeza se terminarían por convertir en algo permanente.
—Coloca la mesa, esto ya está listo —dijo levantando su hombro y quitándoselo de encima sonriendo.
Tener a Taehyung en casa era como tener un hermano pequeño.
El chico se apartó levantando los brazos como si la respuesta de Yoongi fuera todo un triunfo y rápido se puso manos a la obra para poner individuales, servicios, dos vasos y un jugo que tenía guardado en su lado del refrigerador, todo eso mientras le contaba su día a Yoongi. Aparentemente Taehyung sentía que todos sus profesores lo odiaban por ser demasiado carismático y no guardar silencio en las clases. "Alguien tiene que llenar los silencios y darle conversación a la clase" le decía mientras sacudía el jugo, deberían darme las gracias.
—¿Puedes creerlo? No fue suficiente con la maqueta que entregamos la semana pasada, ahora tendré que hacer otra y más grande... eso es un castigo y una evidencia clara de que me odian.
De a poco su voz se había desvanecido en el aire.
—Yoongi — le dijo —, creo que alguien se metió al departamento.
Nervioso y asustado se giró apretando con fuerza los cubiertos que tenía en las manos y lo que se encontró por encima del hombro de Taehyung era de verdad, de verdad increible.
¿De qué forma sino describiría que esos viejos botines estuvieran sobre su alfombra? Viejos botines, pantalones rasgados, camisa amarrada a la cintura, un chaleco a rayas holgado y la característica chaqueta que ya le había visto un par de veces ahora que el otoño había llegado a la ciudad. Y su corro, siempre su gorro cubriendo casi todo su cabello rosa.
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Strange & Beautiful ✧ Yoonmin
Fanfiction«¿Te estoy diciendo que soy un híbrido y tú solo te fijas en que mis orejas son rosadas, Yoongi? » ✧ 2002, New York. Las cosas no han mejorado en nada para aquellos que son llamados despectivamente como "Híbridos", no humanos, plaga. Min Yoongi es...