33.

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No volvió a saber de él hasta mediados de enero.

Y durante todo ese tiempo de silencio nunca dejó de pensar en él.

Yoongi no pensaba en algo concreto, más bien pensaba en la generalidad de los hechos lo cual ya era decir mucho, porque pensar en todo era como hundirse en un mar profundo y sinuoso. Su confesión, sus ojos sinceros, sus orejas atentas tan vivas como él y su boca, Dios, su boca. Besarlo lo había sido todo y a la vez había sido nada, era como si el infinito se encontrara, como si el alcohol lo hubiera arrastrado al abismo para caer en una sensación cálida y suave tal como había sentido su boca.

Su boca.

La noche que volvió luego de dejarlo en su casa, se dejó caer en la cama que había sido de Jimin los últimos días y cerró los ojos para dejarse llevar por los restos de su olor.

Su boca era más suave y dulce que todo lo que podría haber encontrado en él. Besarla se sentía como un gesto de amabilidad, como una mano tibia ayudándote a ponerte de pie, como las palabras de ánimo que necesitas escuchar. Su boca se abrió para él incluso después de contarle toda su verdad, de mostrarle esas orejas pálidas con el rosa a medio teñir, lo había aceptado como un punto final a una historia que no quería volver a repetir.

Se giró y enterró su nariz en la almohada. Su olor estaba ahí y en su mente toda su confesión.

Jimin era un híbrido. Lo sabía incluso antes de que se lo dijera, que se lo mostrara. Esa urgencia por no despejarle la cabeza incluso cuando estaba ardiendo en fiebre preparó su camino para su confesión.

Era un híbrido.

Había besado a un híbrido.

Y lo hubiera hecho muchas veces más si hubiera vuelto a saber de él.

Luego de Año Nuevo, empezó a retrasar la hora de cierre de la tienda esperando que volviera aparecer. Al no funcionar, analizó la idea de llamar a su amigo Namjoon y preguntar por él, pero la idea de a poco fue perdiendo fuerza.

—¿Tienes miedo de hacer una llamada? ¿Tú? ¿Estás bien? —le dijo Kadi entre medio de cajas un día por la tarde. Sus ojos chispeaban y su ceja se alzaba con suspicacia—. ¿Quieres compartir algo con la clase?

—No es necesaria esa miradita, no pasa nada. Estoy bien. Llamaría si el número que tengo es directamente de él, pero no es así.

La ceja alzada se convirtió en un ceño fruncido y luego en una sonrisa.

—Entonces anda a su casa. Sabes dónde queda ¿No es así?.

No dejo de sonreír, menos de lanzarle miraditas incluso después de que su puerta roja se cerrará detrás de ella.

Kadi tenía eso que no le conocía a nadie más de decir las cosas con sencillez y sensatez, porque para ella bajar hacia Harlem, buscar la casona grande que conoció aquella noche, golpear la puerta esperando que la chiquilla de ojos grande y orejas anaranjadas abriera la puerta y preguntar por Jimin, no tenía para nada de descabellado.

O tal vez sí y por eso no lo hizo.

En ese minuto farfulló durante todo el resto del día entre dientes que era una locura, que no tenía sentido, que no iba hacerlo, ni ahora, ni jamás. Sin embargo, al pasar los días y sin ver que aquel chico del flequillo rosa y botines gastados no entraba por su puerta, Yoongi mascullaba que tal vez no era una mala idea. Iría y preguntaría y ya, después de todo que tan terrible podía ser, de seguro mucha gente golpeaba esa puerta, si tenía suerte le abriría la puerta el mismo y lo miraría descolocado, con los ojos enormes, el cabello rosa sin retocar desordenado y esas orejas que ahora conocía echadas hacia adelante, expectantes.

Strange & Beautiful ✧ YoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora