Strange & Beautiful ✧ Yoonmin

41.

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Le había preguntado por qué sus orejas eran rosadas. Jimin se había reído y luego, mientras se encogía de hombros, soltó un «las pinto como el resto de mi pelo». Ahora, mientras Yoongi las miraba, notó que su pelaje fino y corto parecía natural, como todo lo era en él.

Nunca pensó ver unas orejas tan de cerca, por lo general lo ponían nervioso, como todo lo que rodeaba a los híbridos, pero tampoco pensó en besar con tantas ganas a uno mientras cerraba la puerta de su habitación y le quitaba la camiseta. Nunca lo pensó, porque de hacerlo, se le hubiera puesto la piel de gallina de una forma poco agradable y sentiría el humillante impulso de pedirle perdón a su padre. ¿Qué pensaría él de todo esto? La idea le dio vuelta el estómago pero también lo hizo sonreír en medio del profundo beso que estaba dando.

—¿De qué te ríes? —susurró Jimin, bajando los brazos de su cuello, deslizando sus manos sobre su pecho.

—De un idiota.

—No me parece prudente que te pongas a pensar en otro mientras me besas, Min.

—Shhh —dijo. Le dio un beso corto y dejó caer su camiseta de su mano—. Si hablas no te puedo seguir besando.

Los ojos de Jimin se entrecerraron con duda, pero cuando Yoongi hundió sus dedos en su piel, se lanzó a su boca rodeando con sus brazos delgados su cintura dándole espacio a Yoongi para acariciar su espalda. Acarició superficialmente toda esa piel fina que eran las cicatrices por las cuales nunca había preguntado. Quería saber el por qué de todas, pero a la vez, se moría de miedo de saber todo lo que tuvo que pasar Jimin para habérselas ganado.

Se distrajo cuando la mano del dueño de esas cicatrices atrapó su erección por encima de su pantalón. Un gemido ansioso se escapó de entre sus labios, entonces fue el turno de Jimin de sonreír con su labio inferior atrapado entre sus dientes.

—Me encanta ponerte así de duro —dijo y lamió su mentón hasta llegar a su cuello.

Jimin solía llevar la voz cantante de lo que hacían en la cama, Yoongi disfrutaba dándole el gusto, sin embargo, esa noche no estaba dispuesto hacerlo, no después de verlo erizado y celoso por la tarde en la tienda. Si tuviera más valor, lo hubiera encerrado en la bodega y follado contra cualquier superficie. Se lo había ganado, por eso esa noche quería apoderarse de cada centímetro de su piel hasta que terminara sudado y desecho en su cama.

—Ya te encargarás de ella después.

—¿Después? ¿Después de qué?

Quería mandar.

No respondió, solo volvió a sonreír y a bajar sus dedos hasta el borde de su pantalón. Delineó la tela y la piel debajo de esta antes de jalarlo hasta su cama donde le desabrochó el botón y le dio espacio dando un par de pasos hacia atrás.

—Quítatelos —Hizo un gesto con la cabeza. Jimin alzó la comisura de sus labios, retador—. Ahora y tu ropa interior también.

Luego de eso, la erección de Jimin se alzaba entre los dos.

«Perfecto» pensó, mientras se acercaba y lo empujaba sobre la cama.

Con la mirada orgullosa del chico sobre él, se arrodilló en el suelo para hacer desaparecer de su vista la ropa que había quedado a mitad de camino por sobre sus desgastados botines. Estaba desnudo, su piel lechosa brillaba en medio de su cama, sus labios se veían tan apetitosos, sus mejillas rojas suaves y sus ojos expectantes.

—¿Qué pretendes, Yoongi? —La voz de Jimin era suave, cargada de excitación contenida. Se inclinó hacia él para acariciar su labio con su pulgar, una jugada demasiado tentadora para Jimin, quien apenas pudo atrapó su dedo con sus dientes.