Strange & Beautiful ✧ Yoonmin

19.

Abrió la puerta haciendo malabares con los platos, cubiertos y vasos que tenía en las manos los cuales llevaba desde la cocina hasta la mesa que estaba en su pequeña sala de estar.

—Aquí está: Comida china para alguien que no quiso cocinar.

—Lo siento —Yoongi sonrió enseñando todo sus dientes mirando a Kadi que dejaba las bolsas que tenía afirmadas entre manos. El olor a comida recién preparada los envolvió y su estómago gruñó feliz de que al fin llegara la hora de comer después de un largo día de trabajo.

—No te disculpes, para mi está perfecto, también estoy muy cansada como para hacerme algo de comer.

Su amiga se quitó la chaqueta, la sacudió antes de volver a la entrada de su departamento y colgarla con el resto. Pequeñas gotas la manchaban, afuera llovía suavemente y Kadi había vuelto justo antes de ser empapada. Aun con los ojos clavados en la mesa, se hizo un moño rápido y se fue a sentar junto a él a la mesa. Yoongi ya estaba muy cómodo frente a su plato, cubierto, vaso y lo que habían ordenado: una porción de arroz con chop suey de pollo y pato agridulce.

El sonido tan propio que se escucha cuando se abre una lata de bebida dio comienzo a su cena.

—Esto se ve riquisimo —canturreó Kadi haciendo girar entre sus manos un par de palillos de madera para separarlos y comenzó a servir comida en su plato,

Afuera el viento de la lluvia comenzó a golpear su ventana.

—Tenía mucha hambre —Yoongi habló entre bocados.

—Espero que el tráfico de clientes se mantenga hasta navidad. Soy capaz de soportar esta carga laboral con tal de hacer dinero para viajar a japón de vacaciones.

Yoongi la miró. Kadi brillaba de esperanza y eso lo contagió hasta hacerlo sonreír. En noviembre poco a poco comenzaban a aumentar las ventas, de seguro para Acción de Gracia tendría que pedir una nueva reposición. Estaba siendo un buen año aunque sentía que se le estaba yendo muy rápido de entre sus manos.

—¿Cómo estás? —Kadi suspiró y abrió su propia lata de refresco—. ¿A dónde te fuiste esta vez?

—Estoy bien —Respondió ignorando el tono juguetón que acompañó la última frase que le soltó la chica. Se quedaron en silencio por un rato, hasta que se hizo pesado y Yoongi sintió la necesidad de decir algo más—. ¿Por qué me miras así?

—Porque creo que pasas más en tu cabeza que acá afuera. Es fácil que te abstraigas a la más mínima oportunidad, pero en el último tiempo parecería que te escondes en tus pensamientos y apenas puedo hablar contigo sin tener que repetirte las cosas. ¿Me lo dirás? Sabes que soy muy paciente y, a la larga, no tardaré en descubrirlo.

Yoongi rodó los ojos y se limpió la boca con una servilleta. Kadi era perspicaz, demasiado para alguien como él que se guardaba lo que sentía y lo que le pasaba demasiado hermético. Aun así, su amiga se metía entre las  grietas, buceaba en su interior y en silencio era capaz de dilucidar qué le estaba pasando. A ratos era de mucha ayuda, mejor afuera que adentro decían, pero otras veces, como estas lo hacían sentir incómodo y expuesto.

—No me pasa nada, solo estaba pensando en...

—¿En Jay? ¿Así se llama el chico que curiosamente se ha convertido en tu cliente frecuente?

—¿Quien? —La miró confundido hasta que dos neuronas se conectaron para que entendiera a qué se refería Kadi—. Ah... no, su nombre es Ian y es... está bien  —Respondió al final jugando con el arroz sonriendo un poco al recordar los pliegues en las mejillas que se le hacían cuando sonreía.