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11 de julio, 72 juegos del hambre
Capitolio, Panem

Glyndon y Theseus habían estado entrenando para aprender a sobrevivir los días restantes. Lo malo era que ambos sabían que aunque subieran sus expectativas no iban a conseguir mucha puntuación.

Él había presentado su habilidad con el lazo, siendo esa su mejor habilidad había sido una idea genial. Incluso había recibido una puntuación de nueve, lo cual lo hacía considerarse un enemigo clave para los profesionales. Quiénes habían conseguido puntuaciones parecidas, la chica del dos y el chico del uno habían conseguido un diez, y el chico del dos y la chica del uno dos nueves cada uno.

Ella por su parte había creado un refugio y había recibido un siete, lo cual no la hacía un objetivo directo, pero tampoco la daba patrocinadores. Y eso era malo, muy malo, si pudiera no tendría que sufrir de esta manera. Podría conseguir patrocinadores de la misma manera que Theseus si tuviera algo que mostrar, pero todo lo que había mostrado era lo que sabía.

Ahora estaba sentada esperando pacientemente su turno para la entrevista con Caesar Flickerman. Y no podía mentir, estaba más que nerviosa. Por mucho que Lyra le hubiera dicho que lo tenía todo bajo la manga, era una burda sarta de mentiras.

Se había estado mordiendo las cutículas de sus manos hasta que Theseus la había obligado a parar, agarrándola ambas manos con una suya. Intentando calmarla, lo cual había conseguido hasta que llegaron los turnos del distrito 8. Fue entonces cuando sus nervios la hicieron una persona completamente distinta a como era ella.

Sabía como tenía que actuar, ya lo había echo cuando había salido elegida y cuando habían tenido el desfile de tributos. Todo lo demás era más sencillo. Pero actuar se le daba bien, solo que nunca tenía que jugarse el pescuezo para ello. No la iba a hacer ninguna gracia si la cagaba en las entrevistas en vez de en lo demás.

Con la mano que le quedaba la había estado acariciando la espalda, relajándola completamente.

—Glyndon Brewer —se levantó como un resorte.

Estaba muy guapa gracias a su estilista, pero no era nada del otro mundo. Un traje de vaquera, con un toque distinto, pero por lo menos era algo más normal, a lo que estar acostumbrada.

Las luces no la habían cegado de milagro, aceptó el apretón de manos de Caesar y se sentó.

—Bueno Glyndon, cuéntanos, ¿qué te parece el Capitolio?

Respira, finge y sonríe en todo momento.

—Precioso, como un atardecer en el 10 —comparó con una sonrisa.

Killswitch, finnick odairDonde viven las historias. Descúbrelo ahora