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16 de julio, 72 juegos del hambre
Bosque de la Arena

Glyndon no podía ni mirarse en el agua que había en el lago que había pasado. Había rellenado de agua el contenedor que había tenido la medicina después de lavarlo, aunque no era muy práctico era más que nada por si volvía a encontrarse con otro cañonazo.

El día de ayer había habido tres cañonazos más, así que solo quedaban seis personas en la arena, y ella no creía que pudieran ser tantos a cuarto día, había sido increíble cuántas personas habían muerto ya. Una cantidad increíblemente alta.

Esperaba que las cosas mejorasen. Encontrar a Theseus era una necesidad, Theseus no había aparecido como un muerto, así que todo estaba correcto de momento.

En al Cornucopia había dos personas, dos profesionales. Luego los dos del diez, y otras dos personas. Solo quedaba sobrevivir a unas pocas personas. No sabía porqué no le había llegado ninguna ayuda desde sus mentores. Quizá Theseus lo estaba pasando peor.

Pero estaba enfadada con ellos. Casi había muerto asesinada unas cuantas veces y estaba probablemente con una fiebre horrible, porque tenía fiebre y escalofríos pero tenía frío. No entendía cómo funcionaba la cosa. Sin embargo no estaba segura de poder sobrevivir mucho tiempo sin encontrar a su par.

Había conseguido cazar un par de ardillas cuando escuchó ruidos de más adelante del bosque. Y segundos más tarde una flecha voló en su dirección para ver cómo casi la mataban. La había esquivado por muy poco, aunque no del todo porque podía sentir sangre en su oreja, le había raspado parte de ella.

No estaba muy agusto con ella.

Por eso no le gustaban las armas de corta distancia como lo eran el hacha o el cuchillo de caza que era lo máximo a lo que había podido aspirar. Odiaba todo con mucho ahínco.

Una mata rubia de cabello le sorprendió. Si estaba en lo correcto solo había dos rubios en toda la competición, Theseus y el muerto. Así que tendría que probar suerte por si era su chico favorito.

Se escondió detrás de un árbol con rapidez para después hablar, esperando no equivocarse.

—¡Theseus soy yo, Glyndon! —Otra flecha voló en su dirección.

Lo cual la llevaba a pensar que o había más rubios y ella estaba tonta pérdida y teniendo una memoria a largo plazo horrible, o Theseus se había puesto contra ella, o no la había escuchado. Eran las tres posibilidades que tuvo en la cabeza en ese momento.

Killswitch, finnick odairDonde viven las historias. Descúbrelo ahora