nothing's new

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15 de julio, 72 juegos del hambre
Desierto de la Arena

Glyndon estaba con la maldita hacha en la mano. Al parecer cuanto más al sur iba más árido estaba, había llegado hasta una zona parecida a un desierto. Por lo que se sintió un poco más como en su casa.

Por muy cerca que estuvieran de la costa de pequeña había crecido en el 'pueblo' de los vencedores, por lo que la aridez y el clima más seco había llegado rápidamente y un lugar como este le hizo recordar a ello.

Llevaba tres malditos días en esta arena y ya sentía que quería arrancarse la piel, y no tenía nada que ver con el calor que estaba pasando. No había podido dormir pensando en la chica del ocho. Por si volvía. Había visto como en la distancia se llevaban a ambos muertos, pero ya estaba.

También se recordó que tenía que beber algo de agua y comer algo o sí que iba a morirse. Por lo que había tenido que desandar lo andado para llegar a la parte boscosa de la arena. E incluso allí había estado muy atenta a todo.

Era tan cansado estar alerta a todas horas por si había algún posible ataque mortal. No estaba echa para morir todavía, algo dentro de ella se lo decía a gritos, como un mantra, como un mensaje que solo podía repetirse una y otra y otra vez.

Ella no iba a morir hoy. No en estos juegos. No sabía si era que había empezado a escuchar unas voces o qué demonios había pasado.

Su pierna había parecido curarse, pero se sentía muy sensible y tenía frío, como si su temperatura corporal no estuviera bien. Pero por lo demás estaba perfecta.

Y cuando vio un pequeño lago no se lo pensó dos veces antes de tirarse a beber como si le fuera la vida en ello, porque probablemente le iba la vida en ello.

Pero de pronto tenía unas manos encima. 

La habían tirado al agua y la estaban intentando ahogar, pero rápidamente había conseguido sacarse a la persona de encima. Con muchísima rapidez además. Lo que significaba que era una persona que pesaba poco, lo cual quizá podría aprovechar.

Cuando consiguió enfocar la vista pudo ver a Linen, con el cuchillo de caza en la mano y una mirada perdida, una sonrisa maníaca en los labios. Esta chica estaba loca.

—Mira quien ha venido a jugar, un pequeño cervatillo —Glyndon le frunció el ceño —no te preocupes, me encargaré de quitarte la piel para curarte —definitivamente la chica estaba loca.

Cuando se tiró hacia ella pensó en Hawke y Lyra, en lo poco que debía importarles como para saber que ella se manejaba mejor con armas de larga y media distancia que con ese hacha de mierda. Así la chica no tendría ventaja alguna sobre nadie.

Linen la estaba atacando con el cuchillo de caza, y en esos momentos supuso que esa mierda de arma iba a ser su peor enemiga. Lanzaba golpes a diestra y siniestra como si eso fuera a hacer algo. Había esquivado la mayoría menos un corte en la mejilla.

Sintió la sangre en ella, pero no le dio mayor importancia, al fin y al cabo no la molestaba tanto como debería, era como un escozor y la loca que tenía enfrente seguía lanzando sus golpes sin sentido alguno.

En un momento Glyndon vio la posibilidad y se agachó lo suficiente para esquivar el golpe mortal y asestarle un golpe con el filo del hacha en las costillas. Linen soltó un grito de dolor. Y Glyndon lo aprovechó para quitarle el cuchillo de la mano y asestarle otro golpe en el costado ya malherido.

Linen la miró.

—Parece que el cervatillo se ha quitado la piel ella sola, se ha curado —Glyndon no sabía si estaba hablando la locura o la chica que alguna vez había pertenecido al distrito ocho —porque ahora ha dejado ver su pelaje de lobo hambriento —Glyndon no quiso escuchar más y la rajó la yugular, la igual que había echo con Jaxon.

Había sido un golpe certero y duro, justo en el momento menos pensado. Linen se desplomó al suelo.

Un charco de sangre formándose alrededor de su cuello hasta llegar al agua. Supuso de todas maneras que ya había tenido bastante con todo el baño de sangre que había habido.

Un cañonazo. Tercera muerte.

Dos de ellas no habían sido en defensa propia, y si salía de aquí no sabía con qué ojos iba a verlas. Pero lo importante y lo primero de todo era ver qué cojones pasaba y como salir de aquí.

Esperaba que Theseus siguiera vivo. Quizá podría reunirse con él y hacer una especie de alianza durante el tiempo que pudieran.

Solo necesitaba un plan para encontrarle. Un maldito plan para encontrarle y todo saldría bien. De pronto se escucharon dos cañonazos más y Glyndon sólo deseó que ninguno fuera su compañero de distrito. Quizá no habían sido conocidos por más de una semana, y no eran muy amigos.

Pero las amistades unidas caídas en desgracia eran las mejores que podía permitirse alguien como ella. Que llevaba en la sangre que las cosas le salieran mal.

No sabía cómo Grace había sobrevivido a unos juegos como lo fueron los suyos, el primer vasallaje. No quería saber qué demonios iba a pasar en el tercer vasallaje, porque los dos anteriores habían sido lo suficientemente malos ya de por sí.

Habían muerto ya más de la mitad de los tributos si sus cuentas eran correctas. Y quizá con alguna suerte alguno de los profesionales estaría en aquellas desagradables circunstancias.

Siguió caminando mientras hacía el norte, podía sentirlo porque cada vez que avanzaba hacía mucho más frío. Tuvo que sacar el abrigo de la mochila y ponérselo cuando llegó a la altura de la Cornucopia.

La bordeó, viendo cómo había algunas personas en ella. No sabía cómo demonios se habían quedado allí o habían conseguido hacerse con ella. Pero en cuanto pudo distinguir a la chica del dos y el chico del uno supuso que el resto del equipo estarían cerca y esa era la razón de la supervivencia y estado por encima del resto.

Bordeó la Cornucopia no haciendo ningún ruido mientras que seguía hacia el norte, donde esperaba que estuviera Theseus.



















¡Para celebrar las 700 lecturas adelanto el siguiente capítulo!

Espero que os guste.

Espero que os guste

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Killswitch, finnick odairDonde viven las historias. Descúbrelo ahora