light it up

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4 de julio, 72 juegos del hambre
Tren Tributos, Distrito 10, Panem

Glyndon todavía estaba intentando descubrir cómo se llamaba el chico con el cual compartía sus juegos. No es como si fuera tan fácil como preguntarle, porque no iba a explicarle que no le había prestado ninguna atención. Eso la haría morirse de vergüenza, aunque si lo pensaba bien, iba a morirse de igual manera.

Hawke se había ido a hablar con el chico mientras ella se había ido a dormir. Necesitaba dormir si quería sobrevivir a lo que se les venía encima. Con un poco de suerte acabarían muertos sin ningún dolor.

Las falsas promesas de esperanza de sus padres todavía estaban en su mente cuando se despertó. No quería saber nada acerca de Lyra, ni Hawke, ni del chaval. El cual si tenía suerte tendría la misma edad que ella y podría decir que había vivido algo antes de morir.

—Glyndon, cielo, tenemos que hablar de estrategias —Lyra parecía ser lo suficientemente consciente de que estaba despierta como para no intentar despertarla —sé que no quieres, y que solo quieres descansar antes de los juegos, pero eso no puede ser. Nos quedan muchas horas en este tren antes de que lleguemos.

Levantó la cabeza para ver a la mujer. Ella tenía siete años en sus juegos, y no los había visto, pero sabía que habían sido extremadamente difíciles, parecidos al vasallaje de los 50, pero sin tantos tributos, no la hubiera sorprendido si hubieran repetido arena. Ahora Lyra tenía 27 años y ninguna gana de tener una familia como muchos tributos tenían, tributos de los distritos más ricos.

Hawke había ganado los 68 juegos del hambre con quince años, siquiera tenía veinte años y ya era mentor. Como aquel chico del 4, que dos años después de haber ganado había comenzado a ser mentor, junto a Mags.

No era muy fan de ver los juegos, era más fan de quedarse con sus caballos y con Icarus, pero tendría que aceptar que deberían ver todo lo que tenían en el arsenal antes de intentar jugar a nada que no supieran o no pudieran controlar.

Iba a tener que intentar sobrevivir a una matanza con profesionales.

Siguió a Lyra a donde Hawke y el chico la esperaban, no saber su nombre la estaba desesperando.

—Un placer conocerte, Glyndon —dijo extendiendo su mano el chico.

Debía decir que era muy guapo, quizá el más guapo de todos los presentes, aunque Hawke o se quedaba atrás. Pero no era rubio, el otro tributo sí, y por mucho que lo negase era completamente su tipo.

—Encantada... —dejó caer su respuesta ahí.

—Theseus Witch —murmuró y ella sintió.

Hawke los miraba a los dos, ambos que casi se habían librado de los juegos, los dos con dieciocho años, pero cuanto más mayores más fácil se les haría ganar, por lo menos eso pensaba en un inicio.

—Vamos a ver a los otros tributos —comentó Hawke mientras una pantalla comenzaba a iluminarse con las cosechas —nada de juntaros ni haceros aliados de los del 1 o del 2, os atacarán por la espalda en cuanto puedan —el chico parecía de la misma complexión de Theseus, y si ella era honesta ver a alguien como él pero especializado en el combate la hacía echarse para atrás, los otros tres parecían fuertes, pero no intimidaban tanto —los del tres no son un inconveniente físico, mental ya es otra cosa —murmuró sin dejar de mirarles —los del cuatro, cuidado con ellos, no son como los del 1 y el 2 pero están mejor entrenados que vosotros —al lado de la chica estaba el mentor de ambos, un joven poco más mayor que ella.

Los demás no parecían demasiado importantes, menos el chico del 11, el chico del once era mucho más fuerte que Theseus, y parecía más grande, por lo que era un aliado a tener en cuenta.

—Lo que necesitamos saber es si tenéis ya vuestro talento escogido —Lyra parecía mucho más dulce.

Mientras Hawke era más estricto Lyra era más dulce en ese sentido. Ella rondaría los mediados de los veinte, mientras él los comenzaba. Si era honesta entendía el cabreo de Hawke.

—¿Habéis entrenado alguna vez?

Ambos se miraron, Glyndon quería reírse ante la pregunta.

—No —era una respuesta para los dos, aunque la hubiera contestado él.

—¿Algo que debamos saber?

—Theseus es bueno con el lazo —murmuró Glyndon, lo había visto en los rodeos, —y es muy fuerte —si uno de los dos tenía posibilidades era él.

Hawke asintió, conforme con la respuesta.

—Glyndon pesca y es muy rápida —principalmente lo era porque era así como había entrenado a Icarus, enseñándole a correr, y se había convertido en un hábito.

Lyra la miraba con compasión, y ella odiaba la compasión.

—Habrá que sacarte algo como talento, ¿un cuchillo de caza, el arco, un tridente?

Quería enfadarse por la pregunta, porque la hacía sentir inútil, no había hecho nada de eso.

—Nada —Hawke suspiró, se acababa de rendir con ella.

Podría vivir con ello.

—Comed todo lo que podáis, no sabéis en los juegos cuando será la próxima comida.

Fue entonces cuando Dusk, la chica del Capitolio, entró con una brillante sonrisa. Tenía el cabello blanco y largo, una sonrisa de oreja a oreja y más maquillaje encima del que ella se había puesto en sus dieciocho años de vida, nada nuevo, los del Capitolio siempre eran así.

—Nuestros dos tributos —no parecía muy alegre con tener al distrito 10, nadie nunca se alegraba de tener al distrito 10, mucho menos a los dos últimos distrito disponibles, el 1, 2 o el 4 siempre eran los favoritos, al fin y al cabo era de donde provenían más vencedores. —Podemos jugar con vuestra belleza, eso sí —parecía que hablaba más para ella misma que otra cosa.

Justo después de cenar Glyndon decidió irse a dormir. La venían unas duras semanas por delante, quizá las últimas de su vida, y quería solo dormir, así era como quería pasar las últimas horas de su vida.

Quizá si se tiraba del tren en un lago o algo sobrevivía y vivía feliz, no quería nada más que hacer con su vida.

La puerta sonó, indicando que alguno quería entrar, y más allá de un gruñido no dejó que nada pasase. Theseus entró por la puerta con unas fresas en un cuenco.

La única vez que había visto fresas había sido en su décimo cumpleaños, eran muy caras y apenas nadie en el distrito podía comerlas, pero ahora podía volver a probarlas.

—Ten una buena noche, Glyndon —dijo dejándole las fresas a su lado.

Oh, cómo iba a dolerle si les pasaba algo a alguno.





















Oh, cómo iba a dolerle si les pasaba algo a alguno

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Killswitch, finnick odairDonde viven las historias. Descúbrelo ahora