Éxodo

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31 diciembre 12:00am

Miles de centellas en tonalidades y destellos diversos iluminaban esporádicamente el cielo nocturno, la euforia y alegría abundaba en el ambiente; hogares y comercios se encontraban parcialmente cubiertos por la nieve y luces de numerosos colores se adherían al entorno. Las melodías y coros inundaban las calles y avenidas, cundían los pinos, ciruelos e infinidad de bambúes, la población se preparaba para dar inicio al año nuevo.

Gran parte de los habitantes se había acumulado en sitios de destacada importancia. La base de la torre de Tokio era un ejemplo, algunos otros habían recurrido a los templos, la minoría en el calor del hogar acompañados de los amados y amigos. En síntesis, el país se preparaba gustosamente a recibir el año nuevo, pues era el evento más esperado de todo el año, simbolizaba dejar todo lo viejo atrás e iniciar con nuevas metas y propósitos.

Así que, cuándo los fuegos artificiales retumbaron en los cielos anunciando la llegada del año, un millar de abrazos, felicitaciones y bendiciones fueron escuchados por cada rincón.

―¡Feliz año nuevo! ―la rubia reportera abrazaba al camarógrafo y compañeros que iban acercándose. Se encontraban en la baranda de un lujo restaurante―. Nippon Hoso Kyokai les da a nuestros televidentes un feliz y próspero año nuevo del Dragón ―de fondo podía observarse la torre de Tokio envuelta en luz bermellón, mientras que alrededor levitaban una buena cantidad de drones, los cuáles emulaban con luz el número del año nuevo―. Me alegra también anunciar por este medio la espera de un nuevo integrante de nuestra familia ―se pudieron observar gestos de asombro y nuevamente, otro alud de felicitaciones.

Probablemente entre felicitaciones, risas y un sinfín de comentarios alrededor del tema, no fue perceptible como los minutos comenzaban a circular en el año nuevo. Hasta que el sonido de un tremendo estruendo provocó que todos los que estaban al aire tuvieran que agacharse.

―¡Un temblor! ―anunció el camarógrafo.

―No. Es un explosión ―todas las cabezas giraron hacia un punto donde uno de sus compañeros señalaba con el dedo. Allá, un poco más alejado de la ciudad, sobre una inmensa colina podía notarse la consumación de una explosión, el fuego empezaba a manifestarse tan voraz como una peligrosa enfermedad.

―¿No es donde reside la familia Taishō?

Cualquier que tuviera un mínimo de cultura general, era sabedora de donde residía una de las más importantes familias del país.

―¡SI! ―la rubia reportera fue la primera en sentir el impulso de ir y obtener la primicia. Viraba hacia el director de cámaras cuándo la segunda explosión pudo ser escuchada.

Esta vez la onda explosiva fue tan fuerte que provocó la caía de los paneles y cámaras, de inmediato la energía eléctrica se suspendió haciendo audible los miles de gritos de pánico en el exterior.

―Salgamos de este lugar.

La sugerencia fue acatada por todos. De inmediato un montonal de par de pies corrió de un lado a otro por el inmenso local.

―¿Qué rayos está pasando en la mansión Taishō?

―No lo sé, pero muero por descubrirlo ―la reportera descendía con el grupo por las escaleras, en su cabeza tejía un solo objetivo: la primicia.

―Botan, se lo que estás pensando y es mala idea.

Aunque obviamente su mejor amigo estaba ahí para recordarle los contras de sus instintos periodísticos. Iba abrir la boca cuándo otra onda explosiva los alcanzó. Esta vez el estruendo y la potencia había sido lo suficientemente potente para derribar la pared que sostenía el lado lateral de las escaleras, no solo eso, el suelo empezaba a temblar sin control aparente, aquello iba más allá que una simple detonación.

TRANSACCIÓN (Sesshome)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora