REVELACIONES III

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¿Hacía cuánto advertía un enorme cansancio y pesadez? ¿Durante la última batalla? ¿Hacía cuándo había sido aquello? ¿Cinco o tres mil años? No. Exageraba. Había sido durante la última batalla que determinara la conclusión de la época feudal en Japón y por ende su participación. Los humanos evolucionaban convirtiéndose en un peligro latente contra la comunidad Yōkai. Sí. Ahora que lo meditaba, esa era la respuesta correcta.

En ese tiempo existieron dos bandos entre sus congéneres: conservadores y progresistas. Los primeros abogando por el dominio de la humanidad y el segundo, apelando a las buenas relaciones entre ambos. Ninguno logró forjar una adecuada propuesta, provocando el auge de los más ancianos y sabios de la especie, un grupo que más tarde fue denominado como: El Círculo de los Ancestros Sacerdotes.

De inmediato el Círculo ordenó vivir y mezclarse entre la raza humana sin delatar o dar sospecha de su verdadera naturaleza a los mortales, conservando a perpetuidad el noble linaje demoniaco de sus antecesores entre los suyos, es decir, evitar por cualquier medio aparearse con los sucios humanos; para aquellos que detestaran vivir con apariencia humana y en ostentosas metrópolis se les brindó la oportunidad de coexistir en la naturaleza virgen e inalcanzable de la mano humana, aunque la protección radicaba precisamente en los residentes y el Daimyō a cargo.

Por supuesto, negó en primera instancia aquel veredicto carente de coherencia y sentido lógico. Fueron largos años donde vivió en el exilio, alejado de preceptos cimentados en mentiras e hipocresías. Hasta aquel día donde por curiosidad o antojo, decidió adentrarse en el corazón de una de las más grandes ciudades humanas. La primera apariencia mortal adoptada llamó la atención de más de una criatura, así que, optó por disminuir en gran medida ese exterior supernatural. Disfrazado en lo que los humanos catalogaban como "clase alta" pudo transitar libremente por parques, calles, museos, puentes y toda arquitectura que la ciudad regalaba a sus habitantes.

Los grandes palacios, templos y santuarios sagrados, habían sido reducidos a ruinas o cenizas, ahora eran sitios donde los turistas, reporteros e incluso extranjeros pisaban como si se tratase de una insípida exhibición, todos ellos ajenos a la historia, las guerras, los dioses y la sangre que se había derramado en aquellos inmaculados lugares; la fauna y flora también había sido afectada por la más reciente guerra mundial humana, aunado a la aberrante codicia del hombre por esparcirse como un parásito sin contemplar a las demás especies.

Curioso.

Habían detenido una guerra entre humanos y demonios con el absurdo pretexto de no afectar al resto de los seres vivientes, sin embargo, fueron obsoletos ante las guerras y políticas humanas.

Renegaba del pasado y de la cadena de sucesos que la conformaban, pero su presente estaba enmarcado por novedades previamente catalogadas como vacuas y nimiedades.

En la actualidad. Ostentaba una familia. También se encontraba enlazado bajo las leyes humanas y demoniacas con una compañera ahora inmortal. Igualmente había engrandado a tres hijos y esperaba ansioso traer más al mundo. La relación con su medio hermano era eso, una relación y ya no un reclamo por bastardía. El cese de hostilidades con Irasue dejaron de tener motivo de existir y por supuesto, podría decirse vivía en armonía. Sin embargo, toda aquella posesión había desafiado sus propios hábitos y preceptos, había derrumbado años de viejas costumbres. Había hecho lo impensable, lo improbable y hasta lo prohibido por una humana que le amaba con la misma intensidad que él a ella.

Kagome Taishō. El ego se le inflaba cada que alguien se refería a su compañera con el rotulo de su monograma.

A veces, cuándo la observaba desde el ventanal del jardín le gustaba recordar la furia en sus ojos cuándo le obligó a firmar aquel contrato, las rabietas por quedarse encerrada y por supuesto, la forma en que descubrió la verdad de su naturaleza. Después existían en sus memorias recuerdos de relevancia prioritaria, esos que invocaba en la intimidad de la cama, principalmente el día que la hizo su mujer.

TRANSACCIÓN (Sesshome)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora