11. EMBRIAGANTE

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—¡Oh! Claro que existimos —añadió una nueva voz a la conversación que lo hizo girar al instante.

Era un tipo alto, de cabellos negros y ondulados que lo miro con unos ojos rojizos. Él verlo, el poder contemplar de cerca su apariencia sobrenatural le hizo creer todo lo demás.

—¡JODER!

Kikyou ignorando el comentario del moreno lo pasó de largo y depositó un beso en los labios del ser, que veía fijamente a Bankotsu.

—Él es Naraku —presentó —mi prometido.

Fue notorio que los ojos zafiros examinaban a detalle las orejas puntiagudas, las marcas en sus párpados y él aura escalofriante que emanaba.

—Un placer —extendió su mano, una que Bankotsu contempló con miedo.

—Creo que aún sigue sorprendido —opinó Kikyou al pasarle una y otra vez la mano frente a su cara y no obtener respuesta.

—Curioso —dijo Naraku cuando retiró el saludo —me preguntó cómo se pondrá al presenciar al verdadero Sesshomaru.

La boca de Bankotsu se movió pero no proliferó ninguna palabra. Era imposible, simplemente imposible... pero ahora que lo veía con sus propios ojos, ahora que era testigo de la primera criatura sobrenatural creyó todo lo demás.

—Kagome... —murmuro con miedo. Solamente él sabía el cargo de conciencia que yacía con él.

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Se despertó por dos razones: el dolor punzante de su vientre y los rayos solares molestando en sus párpados; removiéndose incómoda se inclinó y arremangó por inercia la sábana blanca para cubrir sus desnudos pechos, entonces bostezo al mismo tiempo que estiraba un brazo a lo alto y, una vez estirada la extremidad se volvió hacia el otro lado de la cama encontrando a Sesshomaru que plácidamente dormido parecía no a ver notado su movimiento. Sonrió al descubrirlo igual de atractivo mientras dormía; las franjas magentas en brazos, piernas, cintura y rostro le daban ese toque dominante que tanto le atraía, volvió a reír antes de acercarse. Le depósito un beso en la frente y salió de la cama sin despertarlo pero entonces se detuvo en seco cuando sus ojos viajaron al lugar que había dejado vacío, pues ahí, sobre la tela blanca existía una mancha bermellón que empañaba la pureza de todo el escenario blanco.

—¡No puede ser! —exclamó sin pensar y girar sobre su eje para intentar verse el trasero.

—¿Qué sucede? —la voz de Sesshomaru la hizo saltar del susto. Se inclinaba restregándose los ojos.

—Nada —dijo acercándose y tirarse encima de la mancha; roja por la vergüenza rogó a todos los dioses que conocía, que el demonio se pusiera de pie sin preguntar el porqué de su actitud pero obviamente aspiraba a mucho, porque en cuanto él entrecerró los ojos Kagome supo estaría perdida, detestaba que fuera tan perceptivo.

—¿Qué haces? —indagó fríamente.

—Pues lo mismo que tú hacías.

Le sonrió esperando a si convencerlo. Falló al encontrar el interés en los ojos dorados.

—Hazte a un lado —ordenó. Kagome negó, aferrándose a las cobijas, por ningún motivo iba a permitir que viera aquello.

—¡No! —exclamó más roja.

—Muévete o te quito —se vieron a los ojos con desafío —estás herida y necesito saber porque.

La azabache deseo que la tierra la tragara y la escupiera del otro lado del mundo ¡Por Kami! ¿Cómo iba a permitirle a una criatura como Sesshomaru contemplar su período esparcido en las sábanas blancas? ¡Primero muerta!

TRANSACCIÓN (Sesshome)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora