¿Qué sucede cuando no se tiene una verdadera conexión con tu pareja?.
Yuuji Itadori mantiene una relación de 4 años con Megumi Fushiguro, en la cual no ha habido problemas aparentemente.
Sin embargo dicha relación se verá puesta a prueba cuando Megu...
Cualquiera diría que tenemos la relación perfecta. Porque así lo es.
Nos conocimos a mediados de primero de preparatoria y empezamos a salir hasta principios de segundo: cuando finalmente le confesé mis sentimientos y él me aceptó confesando los suyos también.
En primero tenía vueltas locas a la mayoría de chicas de la preparatoria, no había nadie que no hablará de "el atractivo chico de primer año".
Siempre era rodeado de personas, aunque a él parecía no agradarle en lo absoluto dicha situación pues siempre se mostraba indiferente o en varios casos molesto de lidiar con las personas.
No me era difícil hacer amigos, pero tampoco me agradaba ser el centro de atención, por lo cual mi círculo cercano se reducía a mis tres mejores amigos: Nobara, Todou y Miwa.
Incluso ellos hablaban de él, a Miwa le gustaban los chicos lindos y con estilo pero Nobara le rompió la ilusión diciéndole que Megumi parecía el típico chico misterioso al que no le atraía el sexo opuesto. Y no tardamos en confirmarlo.
Su fama creció, pues ahora no solo las chicas iban tras de él.
Nuestro primer acercamiento se dió un día de lluvia, mis amigos ya se habían ido y yo había olvidado la sombrilla ese día. Me quedé esperando a que la lluvia cesara resguardándome en un templo cercano.
Sentí la presencia de alguien, y fue en ese momento que él habló.
— No parece que vaya a parar pronto —dijo sin más.
No sé por qué me sentí tan avergonzado en aquel momento. Si fue por comprobar que no estaba solo, o por tener al lado al joven por el que la mayoría de personas morían.
Alto, atractivo, con unos ojos preciosos adornados con bellas y delicadas pestañas, su cabello era hermoso incluso cuando era cubierto por gotas de lluvia.
— Ah, s-sí. Tienes razón... —respondí con nerviosismo.
Dirigí la mirada a otro lado. Temí tener una expresión de idiota.
Sentía el rostro ardiendo así como las manos temblorosas a la vez que mi ritmo cardíaco aumentó.
No pude evitarlo y voltee a mirarlo de reojo.
— Dios, es muy guapo —musité.
Me llevé las manos a la boca, era muy pequeño el espacio que nos separaba y el eco no ayudaba.
«Idiota. ¿Me habrá escuchado?» me recriminé.
Escuché un ligero sonido, como si hubiese reído ligeramente. Seguido de ello abrió su mochila.
— Toma, puedes usarla para secarte —me ofreció una camiseta.
Dirigí mi mirada a él, rápidamente alzó una mano para cubrirse la boca. Aún así, pude ver a la perfección la expresión de su rostro.
— Suelo llevarla de repuesto —mencionó con el rostro ruborizado— así que está limpia.
No pude evitar reír.
— Te lo agradezco mucho —dije con una sonrisa aceptando la prenda.
Esperamos ahí por un rato mientras charlabamos, al final decidimos salir corriendo juntos de ese lugar.
Entramos a una tienda donde solo tenían un paraguas disponible, lo compró y ambos caminamos juntos bajo el mismo.
Temía que pudiera escuchar los fuertes latidos de mi corazón, y, al alzar la mirada, me di cuenta de que su rostro estaba igual de sonrojado que el mío.
A partir de ese día nos encontramos con más regularidad en la preparatoria. Se hizo amigo de mis amigos y empezamos a salir todos juntos.
Hasta aquel día en que nos hicimos novios.
Estando con él, cualquier momento es especial. Aunque a veces no estemos en la misma sintonía y lleguemos a tener ciertos desacuerdos, siempre acabamos resolviéndolo.
Casi un años conociéndonos y tres años de noviazgo. Teniendo a todos nuestros amigos en común. Es algo muy agradable.
Rendí examen en la misma universidad que él para estar siempre juntos, aunque realmente a mí me gustaría estudiar arte en lugar de finanzas, simplemente no quise romperle la ilusión de seguir juntos yéndome lejos de él.
Esto es algo que le desagrada demasiado a Nobara pues siente que frente a él muchas veces no hago valer lo que realmente quiero limitándome a acatar lo que quiere él, pero no es así.
Termino mi desayuno y llevo los trastos sucios al lavaplatos.
Tomo mis cosas guardándolas en mi mochila. Al guardar mí teléfono veo el fondo de pantalla «Una foto que nos tomé sin permiso mientras teníamos una cita en el acuario» recuerdo cuánto le molestó que lo hiciera pero aún así continúo guardando con mucho cariño la foto como fondo de pantalla.
Puedo decir con total seguridad que es el gran amor de mi vida, aunque sea mi primer y único noviazgo, no quiero conocer ni salir con nadie más.
Porque con él siento que lo tengo todo. No puedo imaginarme a alguien mejor que él.
Suena la bocina de su motocicleta indicándome que ya ha llegado por mí.
Me aseguro de no haberme olvidado de nada y salgo cuando suena la bocina por segunda ocasión.
A penas al salir el sol me deslumbra un poco pero aún así no puedo evitar la felicidad que me genera cada que viene por mí.
— ¡Buenos días Megumin! —lo saludo con alegría.
«Lo amo demasiado»
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