Capítulo 32: Es hora

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Era domingo y estábamos todos en casa. A excepción de Bryan que tenía una invitación a un evento de las redes o algo así.

Julie había dormido conmigo y está mañana despertó más animada.

Luego todos fuimos al súper temprano en la mañana y yo había aprovechado para comprarle un regalo a la Yaya. Estaba algo nerviosa de verla después de tanto, pero también estaba muy emocionada. Y cómo sabía que siempre fue muy buena tejiendo le compré un juego de hilos y agujas para tejer. Espero que sea algo que aún practica.

—Te sorprenderá ver lo en forma que está. Sigue tan llena de vida, a pesar de sus problemas de la presión.

Si. Eso era algo con lo que la abuela Charlotte luchaba desde hace muchos años. Pero era la más cuidadosa con su salud. Así que nunca ha tenido complicaciones.

Al regresar a casa, luego de comer y pasar un rato viendo realities tirados en el sofá, llegó la hora de empezar a alistarme.

Cuando estuve lista, bajé las escaleras y escuché la voz de Levi abajo.

—Hace tiempo que no vienes a cenar—decía mi tía.

—Lo siento, Susan. Pero, te prometo que te la debo.

Su voz, santo cielo. La pubertad hacía cosas increíbles.

—Por eso no quería que crecieran. De pequeños no salían de acá y ahora yo tengo que pedirles que vengan. —Se quejó mi tía.

Llegué a la cocina, que es donde se escuchaban las voces. Y efectivamente, mi tía estaba organizando la despensa con ayuda de Julie.

—Ya estoy lista —dije haciendo mi aparición.

Levi se estaba llevando un vaso a la boca, pero este se quedó a medio camino me miró por encima del cristal del vaso y escuché como se aclaraba la garganta.

Lo sé Levi, soy la cúspide de la belleza.

Me reí para mis adentros por mi tonta reflexión.

—Pensé que te habías caído en el baño. —La sonrisita en su cara me hizo querer decirle que lo único que se estaba cayendo eran sus babas al verme, pero era una dama y no quería avergonzarlo frente a todos.

—Estás bella, prima. —Julie estaba en sentada en el suelo revisando una caja. Le lancé un beso.

—No olvides el regalo.

Salí corriendo cuando mi tía dijo eso. Subí las escaleras a prisa y regresé con la bolsa en mis manos.

Levi ya estaba de pie, colocando algo en lo más alto de la repisa.

—Gracias, cariño —le dijo mi tía.

—Pronto seré así de alto y podré ayudarte a colocar cosas en la repisa también, ma. —Jimmy sonó muy seguro de sus palabras.

—Por supuesto que sí amor. —Mi tía lo tomó de las mejillas y le plantó un beso en la frente. Jimmy trató de permanecer serio, pero su emoción se notaba a leguas.

—Bueno, creo que es hora de irnos.

Nos despedimos y nos marchamos.

Hasta que el verano nos vuelva a juntar Where stories live. Discover now