Siempre creció bajo la tutela de ser un "arma", una herramienta para los altos cargos del ejercito, la Legión de Reconocimiento. Todos pensaban que no tenía sentimientos al ser capaz de asesinar a todo un país con una simple orden, al igual que tort...
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El Comandante de la Legión de Reconocimiento, Erwin Smith, caminaba junto con el recién nombrado Capitán de Escuadrón, por el entonces conocido como Levi Rivaille. Ambas personas imponían innegable respeto, siendo este evidente mientras al caminar por los enormes e infinitos pasillos del establecimiento de la Legión, recibiendo los constantes saludos militares en aquella posición que hasta incluso el final de sus días los perseguiría ante el peso que conllevaba el "entregar tu corazón por la humanidad".
—Ahora mismo vamos a hacerle una visita. Se encuentra en mi oficina... —mencionó el Comandante, serio, viendo hacia enfrente.
Levi levantó un poco su ceja por cómo se expresó, haciendo referencia a una persona. Pero optó por simplemente no decir nada y esperar llegar a su objetivo. Una vez frente a la puerta de la oficina, Smith mencionó antes de abrir esta con cierto aire de misterio que hacía poner de los nervios al Capitán por su impaciencia producto de su corta edad:
—Hubo reportes extraños de una supuesta asesina en serie dentro del Subterráneo desde hace unas semanas. La Policía Militar intentó encargarse de ella, pero... tuvieron que pedir ayuda a la Legión de Reconocimiento tras varios intentos sin éxito.
—Ni siquiera de eso son capaces los idiotas... Son más inútiles de lo que pensé —expresó el más joven con desgano, no obstante las siguientes palabras de Erwin lo dejaron más que intrigado:
—Es este caso no es factible decir eso, Levi. Realmente... era necesaria... la contención para esta arma.
Él sólo frunció el ceño, pudiendo recién aceptar la gravedad de la situación.
Nada más entró después de Erwin, pudo notar en medio del suelo de la oficina poco iluminada por las tardías horas de madrugada, aquel bulto cubierto por un saco de tela sucia que en algún momento fue blanco. Erwin se acercó a este, y empezó a retirar la tela con cierta cautela...
Sus ojos agudos y oscuros se ampliaron notablemente ante lo que veía:
La persona que estaba dentro parecía una princesa sirena al momento en que el costal de cáñamo yacía en su cintura. Levi observó a la chica con detenimiento, notando su mirada carente de brillo, algo común de la gente del Subterráneo. Aparentemente, ella tenía alrededor de ocho años, puede que menos. Su rostro, finamente adornado, despedía una leve impresión adulta, pero su madurez era desacreditada por sus hombros y cuerpo pequeño.
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