¿Quién se comió a los vampiros?

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René estaba examinando una revista que había encontrado fuera de Sanguinem. No le interesaba mucho los humanos, pero la explicación que estaban dando sobre los últimos vehículos de moda en Japón lo tenían dando vuelta a la página. El auto que más le llamó la atención fue un deportivo de color rojo que era una edición limitada de W Motors: Lykan HyperSport. El vampiro amante de la tecnología soltó un silbido como si se tratase de una bella dama en lencería.

Mientras que se regodeaba de tantas imágenes, su compañero ingreso a la planta baja de la granja. El sótano era el lugar a donde todas las vías de sangre del ganado humano pasaban a ser alimento de los vampiros, ya que no se les permitía hacer contacto directo con ellos dentro de la ciudad. Era antigénico y mal visto por la nobleza.

—Pasa, pasa. No noté que habías llegado. ¿Traes a tu familiar para poder probarle su collar? 

René dejó a un lado de la silla su revista y fue a recibir a Mikaela a la entrada de la habitación. Él negó con la cabeza y le mostró el libro que le había entregado hace unas horas.

—Hay ciertos puntos que no comprendo —murmuró al abrir el libro en la primera página.

René había olvidado que Mikaela tan solo ha estudiado los caracteres tradicionales del lenguaje de los vampiros no mucho tiempo atrás. Este lenguaje se ha utilizado por miles de años en caso de que los humanos quisiesen husmear información que no les incumbe.

—Tienes razón. El Código Blanco ha sido un libro que ha pasado de generación en generación. Nuestro señor Ferid ha debido de explicarte en qué consiste tener un familiar... Al menos estarías familiarizado con lo básico —afirmó al inspeccionar el primer capítulo sin dificultad—. Déjame revisar las palabras más complicadas y anotaré a un costado la interpretación. Me tomará entre una a dos horas, ¿puedes esperar o vendrás más tarde para el entrenamiento?

Mikaela estaba a punto de responder, pero René tenía otros planes para él. Le dijo que guardara silencio y que esperara aquí mientras iba a buscar un paquete muy importante. Él asintió y se quedó bajo el marco de la puerta. No se imaginaba qué podría estar pasando por su mente.Su colega regreso a la habitación trotando con un baúl del tamaño de una caja de zapato y la acomodo sobre su escritorio. Removió el pequeño candado y abrió la tapa para revelar su contenido. Mikaela no entendía qué tenían de interesante esos pedazos de cuero, piedras preciosas, metal, oro y otros adornos.

—Por tradición, un vampiro tiene que forjar el collar o cualquier amuleto que le quiera dar a su familiar. De por sí, se lo puedes entregar, pero el capítulo 9 del Código Blanco no servirá de mucho si los dos no se llevan bien. Es como en la cultura humana cuando un hombre le da un anillo a su futura esposa. Es una promesa de lealtad entre los dos. Sé que su situación está muy, pero muy lejos de llegar a eso... Pero tienes que tomar en cuenta que si quieres acabar con esos humanos, no lo puedes hacer solo —aseguró René con seriedad al entregarle el cofre.

Él se quedó pensativo, considerando no forjarle nada a __________ por lo extraño que sonaba ser leal a alguien. Mostrar afecto hacia alguien. Eran sentimientos completamente desconocidos para él. Hace años, cuando fue humano, sabía que era amar a sus seres queridos, conocía la lealtad, el sacrificio, el compromiso y otros valores y sentimientos que lo hacían humano. Pero el maltrato, la violencia y muchos factores que estuvieron en juego durante su crecimiento, hicieron que se volviera lo que es el día de hoy. Su corazón se había desconectado completamente de ese niño risueño que alguna vez fue.

—No lo sé. Piénsalo. Cuando estés preparado, me avisas qué materiales has elegido y qué tipo de amuleto le darás. Por ahora cuídalo porque no quiero que Lacus siga utilizando las esmeraldas y rubíes para forjarse estúpidos ganchos para el cabello —comentó René malhumorado por las travesuras de su mejor amigo. Mikaela asintió y se retiró a paso lento.