El video estaba en pausa.
Wolfram gruñó al escuchar que lo estaban llamando a la puerta. Con bastante flojera, se puso sus pantuflas de oso panda y se encaminó hasta la puerta. Retiró el seguro y abrió una rendija. No entendía quién miércoles podía ser a altas horas de la noche. Tan solo quería tener privacidad para mirar su película, una y otra vez.
—¡Mi señor! —Lo saludó su fiel mensajera al ponerse de rodillas, inclinando su cuerpo hasta donde se lo permitiese. Wolfram viró los ojos, ya acostumbrado a los ridículos saludos en su territorio y se cruzó de brazos. No tenía la necesita de verla exponiendo sus enormes bustos otra vez—. Tengo información importante de su gran majestad, Hisoka.
—Bien, pasa. ¿Nadie te ha seguido, verdad? —Susurró ligeramente irritado mientras divisaba por todos lados. No quería que nadie se enterase de lo que estaba tramando, salvo sus aliados y fieles sirvientes.
La joven vampiro de pelo corto azulado, cerró la puerta tras ella y meneó sus caderas hasta estar frente a Wolfram, quien había retornado a su asiento. Ella deslizó sus manos sobre los brazos de la silla hasta estar unos centímetros del tercer progenitor. Sus ojos rojos brillaban de picardía al mover sus pechos de lado a lado. Él simplemente bostezó sin interés alguno.
—Chess, preciosa, ¿me podrías dar las noticias de una buena vez? Estoy cansado y me acabas de interrumpir —dijo con sumo aburrimiento al cruzarse de piernas. Le molestaba que las vampiras fueran un batallón de prostitutas. Al menos eso las hacía más manipulables.
—¡Por supuesto! —Pió con alegría al retomar su compostura. Llevó sus delicados dedos entre sus gigantescos melones, sacó un sobre negro y se lo entregó a su adorado señor—. Por favor, léalo.
El rubio vampiro lo tomó de las puntas con asco, rasgó un costado de éste y tiró el sobre donde cayese. Al desdoblar la nota, se dio con la sorpresa que el plan ya estaba en marcha. Sus subordinados ya estaban en movimiento en dirección a la mercancía humana. Que la primera fase haya salido a la perfección, lo alegraba infinitamente.
El plan era simple. Tenían que matar a la cabeza: Krul. ¿Pero por qué no deshacerse de las personas que lo estorbaban? Todos los que eran leales a Krul debían morir.
El rey de Alemania hizo una bola con la nota recibida y la prendió en llamas. Las cenizas bailaron por todo el cuarto hasta que no quedo rastro del mensaje.
—Ya que todo va bien, asegúrate que nadie más se entere en Sanguinem. Manda un reporte que salieron a traer más ganado, ¿quieres? También, dile a Illumi que si se desvían de la ruta, que lo hagan —pidió con amabilidad, esbozando una sonrisa perfecta. La enamorada vampira asintió y se fue corriendo del lugar.
Siempre era bueno tener espías en todo lado. En especial si eran tan manipulables por un poco de sangre o coito. Pobres ilusas.
—En fin, ¿en qué íbamos? —Se dijo a sí mismo.
Wolfram tomó el control remoto y pinchó el mismo botón. Tenía que seguir viendo el video para saber qué otra cosa podía hacer para que todo salga de forma excelente.
"Debes de estar pensando que no sé qué asquerosidades te comandó a hacer esa perra vampira. Pero ten por sentado, que el beso que nos dimos, fue para rebuscar toda tu vida, Mikaela Hyakuya. Sé de donde salió mi nombre. Sé quién es Yuu. Sé lo que eres, serafín".
"¿Serafín?"
"Tendremos que hacer un pacto más notorio, Mikaela".
El kitsune siguió hablando hasta que sus voces se convirtieron en gemidos.
Wolfram lo distrutaba.
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¿Quién se comió a los vampiros?
Fanfiction[Mikaela Hyakuya x Lectora] Cuando Mikaela Hyakuya cumplió años, Ferid decidió regalarle una criatura con un bozal de hierro. Se dice que si no la alimentaba correctamente, ésta terminaría devorándose a los uniformados de Sanguinem. ADVERTENCIA: C...