+21

3.2K 206 64
                                    

El espíritu de Mikaela Hyakuya encontraba difícil controlarse ante la situación. Su corazón demoniaco latía al saber que su liberación ocurriría pronto.

Esa misma noche, el grupo de la kitsune atacaría los camiones que traerían consigo las nuevas armas demoniacas. Ese lote iba en dirección a Shibuya, la primera capital del Ejercito Demoniaco Imperial Japonés.

—Ya todo está listo —aseguró René al regresar al cuarto piso de uno de los edificios abandonados en donde el grupo había tomado refugio. Enmascarado llegó después de él e ingreso por la misma ventana—. Deberíamos tomar posición kilómetros más allá, ¿no les parece? —sugirió el pelinegro al sentarse sobre el borde. Enmascarado asintió y ambos esperaron a que Killua diga algo.

—Entonces, hagámoslo -replicó en voz casi inaudible al ver que su familiar estaba retornando a gran velocidad.

Los tres saltaron con facilidad hasta el primer piso, y trotaron cuesta abajo, dejando que los explosivos se detonen en cualquier minuto. René hizo una seña para que _________ los siguiese y así lo hizo. Cuando llegaron a una distancia prudencial, un sonoro sonido hizo eco en todo el lugar, mandando a volar pedazos de cemento por todos lados. El cielo se volvió gris y una capa de humo invadió la manzana.

Desde lo alto de una gasolinera, vieron como el edificio se desmoronaba, bloqueando la única carretera que llevaría a los humanos a Shibuya. Una vez obstruida la pista, se dedicaron a aguardar hasta que llegase su objetivo. Pero Enmascarado y Killua tuvieron otros planes, pues ni bien la kitsune piso la superficie más alta, ya no estaban.

—¿No se supone que deberíamos estar juntos? —Preguntó al sentarse junto a René, girando su cabeza para divisar a dónde se habían ido.

La oscuridad complicaba ver su posición con exactitud. René se acomodó una de sus mechas negras, llevándosela detrás de la oreja y sacó un diminuto pomo de sangre.

—Deberíamos, pero no puedo hacer de niñera de todos. Suficiente con tenerte a mi cuidado —resopló al recordar todo lo que había tenido que hacer por ella desde que se conocieron. La kitsune infló los cachetes y lo empujó con su cola, mandándole a manchar su uniforme con gotas de sangre—. ¡Oye! Eso no es gracioso.

________ le sacó la lengua y suspiró. La noche era bastante fría y ni bien vio las estrellas, recordó aquella vez que estuvo en el techo de la mansión de Wolfram. ¿Puede que Mikaela vuelva a aparecer si pidiese un deseo a una estrella fugaz?

—¿Son preciosas, no? —murmuró René al observarlas. Ella asintió en silencio y admiró lo resplandecientes que era—. Sé que será difícil aceptar que tienes un nuevo amo. Y pueda que nunca le llames así, como a Mikaela. Pero deberías de intentarlo. Nada ganas llevándote mal con Killua. Por más que no sean una pareja creada en el cielo, en todo su esplendor y perfección, tendrás a alguien que cuide de ti y de Yopi.

—¿Estás loco? -preguntó al fruncir ceño—. A Killua no le caigo. Ya viste como me lanzó dentro del asiento delantero. Aparte, Illumi me dijo que su hermano era de pocas palabras y extremadamente posesivo. Me encantaría escapar si pudiera. ¿Crees que si me quejo con Hisoka, lo destituya como mi amo?

—Todos los amos son diferentes, y tarde o temprano te acostumbraras a él. A Yopi parece agradarle, pero no lo sé. No creo que Hisoka acepte removerlo como tu amo. Sobre todo si se está follando a su hermano —agregó un tanto inseguro sí estuvo bien decir lo último. Ella parpadeó un par de veces, procesando lo que le acababa de confesar y se sonrojó al darse cuenta—. ¡Mira! ¿Acaso no es una estrella fugaz?

— ¡Tienes razón! —Exclamó al olvidarse por completo del descarado comentario.

La pequeña kitsune cerró los ojos y pidió un deseo. Ella quiso que Mikaela regresase.

¿Quién se comió a los vampiros?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora