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Yuuchiro Hyakuya se encontró levemente irritado ante otra de las bromitas de su compañera. Shinoa tenía la manía de dar comentarios coquetos que lo hacían ruborizar incómodamente. No entendía a qué se debe ese cambio de actitud en los últimos meses.

Después de despertar en el hospital, ambos se quedaron charlando y él llevó una de sus manos a su rostro para comprobar que no fue herida de gravedad. Ella se sonrojó y notó un brillo en sus ojos que lo hicieron pensar que tal vez, la señorita Hiragi lo tomó de una manera diferente. Él la retiró de inmediato, pero hasta la fecha de hoy, se arrepiente el haber mostrado tal gesto. Nunca debió de haberlo hecho, pues su corazón le pertenecía por completo a un vampiro: Mikaela Hyakuya. Ella no tenía chance de estar con él. Por más que Guren prenda velas y le dé ofrendas a los mismísimos demonios para que su barco salga (shippeador número uno de ambos muchachos), Yuuchiro no caería en tal blasfemia.

La única persona que más amaba era su rubio hermano.

¿Cómo hacérselo saber sin herirla?

—¿Yuu? ¿Vas a seguir poniendo cara de tonto? No es seguro andar de noche por estos lugares. Sabes que tenemos que llegar lo más pronto posible a la próxima base ¿Qué haces? —Susurró Shinoa al piñizcar su mejilla—. ¡Apresúrate! Debemos volver al vehículo. Nos están esperando.

—¡No hagas eso! —gruñó al retirarle la mano de una palmada juguetona. Ella sonrió maliciosamente, intentando volverlo a hacer para acortar su distancia—. ¡Shinoa, hablo en serio!

—¡Bien, bien! No te enojes, bobo.

A continuación, Shiho hizo sonar el claxon y sacó su dedo medio por la ventana.

—¡Púdrete!

Yuuchiro hizo una mueca al verse atacado nuevamente por su amiga. Ella no iba a dejar de jalonearlo, así que no tuvo más remedio que arrastrar los pies hasta el carro que encontraron antes de despedirse de Guren a la entrada de la base principal. Al dirigirse hasta éste, él giró su cabeza para poder observar por última vez la extraña capa blanca con manchas verdes junto a una camioneta negra completamente destrozada. Él estaba convencido de que le pertenecía a un vampiro, sin embargo, ¿cabe la posibilidad de que haya sido de la persona que más deseaba ver en este mundo?

La idea de que fuera de Mikaela fue tan tonta que se empezó a reir de sí mismo. En ese mismo segundo, él aceptó que estaba enamoradísimo de ese sucio vampiro y lo salvaría como pudiese.

«  ¿Cuándo podré volver a tocarte? ».

***

Una fría brisa me hizo tiritar de frio.

Mi primera reacción fue de buscar algo con que taparme mientras me enroscaba como un erizo para mantener mi temperatura corporal. No estaba funcionando y no encontraba absolutamente nada con que envolverme después de toquetear todo a mi alrededor. Proseguí con la esperanza de hallar un pedazo de tela, pero me topé con una superficie dura y unos cordones.

—No creo que una bota vaya a cubrir lo gorda que estas ¿Qué no puedes hacer que te crezca un pelaje al igual que tus orejas y tu cola? Así serías una gorda y peluda zarigüeya —comentó una horrible voz bastante conocida. Los vellos en todo mi cuerpo se irguieron ante la crítica y me incorporé, golpeándome la frente con el marco de la ventana—. Corrección. Una gorda, peluda y descerebrada zarigüeya.

Ignoré sus comentarios y chillé de dolor, frotándome la frente una y otra vez. Juraría que mi cabeza se había partido en dos al impactar con ese pedazo de cemento ¿Qué clase de arquitecto ha construido esto? Sobre todo, ¿dónde demonios estamos?

¿Quién se comió a los vampiros?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora