IV (2)

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02 de Agosto de 2013.

Miro el pequeño reloj de la mesa de luz y marcan las cuatro y veinticinco de la mañana. Escucho ruidos del otro lado. Cierro los ojos por milésima vez e intento pensar en cosas buenas, no hay nada. Escucho que golpean  mi puerta dos veces. A esta hora solo podría ser Guido. Me doy la vuelta y cierro los ojos con fuerza aferrándome a una almohada. 

Abre la puerta y susurra dos veces mi nombre. 

¿Estás dormida? pregunta y elijo el silencio. 

Vuelvo a escuchar mi nombre y siento peso en el otro extremo de la cama. 

—Perdón por ser un idiota.

Mi corazón comenzó a agitarse. 

—Aunque pensarías que soy más idiota al pedirte perdón mientras duermes. 

Tiene razón, eso pienso.

—¿En serio duermes? 

No. 

—Me alegra que puedas dormir, las primeras tres noches te escuchaba llorar cuando llegaba pero estaba demasiado perdido como para ayudarte.

¿Cómo que perdido? 

—Eso que ella me da, hace que me pierda. No sé como salir de ahí pero a la vez no quiero que nadie me saque. 

Por favor, que no sea lo que estoy pensando. 

—Ayer cuando me pediste la mano para dormir, hiciste que recordara, me hiciste acordarme de mi, hace unos años atrás.

Me estoy prohibiendo respirar y mi corazón se acelera más por lo mismo.

—Alex, me gustaría que mi mano te ayudara aunque sea un poco pero tengo miedo de que termines como yo, tomando la mano equivocada. 

¿Acaso está borracho y por eso me dice todo esto? 

—Y por supuesto que Gusty tiene razón, ya no tengo remedio.

Sin abrir mis ojos me giré y me aferré a alguna parte de él. No había motivo alguno pero el parecía tan roto como yo, alguien a quien él amaba mucho le había fallado, y por mi parte, yo había recibido lo mismo. 

—¿Me escuchaste todo el tiempo verdad?

—Shh, quiero dormir.

El cuerpo de Guido se relajó y buscó con torpeza mi mano. 

—Tendré que aprender a comportarme como un buen hermano mayor.

No volví a responder, solo espere tranquila que el sueño viniera por mi. 



Vienen por mí (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora