↬ Capítulo XVIII

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CLUDGE LOS CONDUJO lejos de los callejones secretos, a través de las calles. Ya era de noche y el viento había amainado por completo. Una espesa niebla blanca descendía sobre el centro de la ciudad. Llegó hasta el nivel de la calle, donde se agazapó y se enroscó alrededor de las farolas, cubriéndolo todo de una blancura húmeda y fría.

La visibilidad era escasa. No podían ver muy lejos a través de la niebla. A veces, Varjak percibía en el aire un olor fantasmal y antinatural que le hacía estremecerse. A veces percibía el acolchado de las patas, o el ruido casi silencioso de las garras.

Una vez oyeron voces alborotadas y se metieron por una puerta justo cuando una patrulla de cuatro gatos de la banda de Sally Huesos surgía de la niebla. Llevaban con ellos a un Gato Libre de aspecto miserable, un viejo gato carey, y lo estaban esposando por la cabeza.

—Pero yo no hacía nada,— protestó el carey.

—Estáis dando cobijo a forajidos,— dijo un gato Huesos.— Dinos dónde encontrar a Varjak Paw, o tú también serás un forajido, y te arrancaremos las orejas, el rabo y los bigotes, uno a uno.

—Pero yo no lo sé,— chilló levantando las patas. —Nadie lo sabe.

—O estás con nosotros, —escupió el gato Huesos, —o contra nosotros.— Le golpearon de nuevo, haciéndole callar.

—Conozco a ese Gato Libre,— susurró Jess, agachándose en la puerta.— Nunca hizo daño a nadie. ¡Tenemos que ayudarle! Varjak, ¿puedes...?

Varjak deseaba poder. Antes no había querido el poder; sólo le había traído problemas. Ahora que había desaparecido, lo único que quería era recuperarlo para ayudar a sus amigos. Pero ellos no sabían que lo había perdido. ¿Cómo podía decírselo?

—Es demasiado arriesgado,— siseó Omar, antes de que Varjak pudiera decir nada.— Tenemos que permanecer ocultos.— La patrulla desapareció de la vista y del alcance del oído, en la brumosa noche.

Varjak y sus amigos salieron por la puerta, con mucha cautela. La patrulla hacía tiempo que había desaparecido, pero Varjak seguía sintiendo un hormigueo en la conciencia. ¿Los estaban vigilando? Lo único que podía ver era la niebla blanca, que se movía silenciosa como un animal atropellado; lo único que podía oler era el aroma fantasmal de los gatos, espeso sobre ella. Le pareció oír a alguien maullando.

—¿Quién está ahí?,— llamó. —¡Muéstrate!

—¿Varjak?— sonó una voz cansada en la distancia. —¿Eres tú?

Y a través de la blancura que se arrastraba llegó el viejo Buckley, con una andrajosa columna de Gatos Libres detrás de él. Parecían agotados, pero estaban bien; no tenían la marca de Sally Huesos. Jess corrió hacia ellos y se abrazaron con fuerza.

—¿Dónde está la abuela?,— le preguntó al viejo Buckley.

—Su delgado rostro se arrugó, aunque intentó no mostrárselo.— Fue terrible, Jessie. Tu abuela no sobrevivió. La cogieron. Nos cogieron a muchos de nosotros.— Se estremeció. —Sally Huesos se fue antes del amanecer. Dijo que volvería esta noche.

Varjak tenía un nudo en la garganta. —Lo siento,— dijo. —He decepcionado a todo el mundo.

—No, —dijo el viejo Buckley.— Fuiste valiente al intentar luchar contra ella. Por un momento, nos diste esperanzas. Pero nunca tuvimos una oportunidad.

—¿Dónde están los demás?,— dijo Jess.

—Escondiéndose,— dijo Buckley.— No quieren ser vistos.— Empezó a ahogarse. —Es horrible, Jessie, lo que ha hecho.

El Forajido Varjak Paw | SF SAID |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora