↬ Capítulo XXV

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VARJAK SOÑABA

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VARJAK SOÑABA. Soñó con el aire salado del mar.

¿Salado? ¿Aire marino?

Ante él, azul y brillante, estaba el mar. Estaba de pie sobre la arena, suave bajo sus patas. La brisa marina le acariciaba la cara. Las olas entraban con un suave ruido sordo, como el viento entre un millón de hojas, y luego volvían a salir. Entraban y salían, entraban y salían; las olas iban y venían, interminables; y Varjak pensó que nunca se había sentido tan tranquilo, tan sereno. Las gaviotas giraban y giraban sobre las puntas de sus alas a través del cielo. En lo alto, detrás del mar, podía ver las montañas, con sus picos blancos y perfectos.

El agua tenía un aspecto encantador. No era como las aguas del mundo real. Era un agua tibia y suave que lo llevaría por siempre jamás. Le entraron ganas de zambullirse en la marea y vadear mar adentro.

 Le entraron ganas de zambullirse en la marea y vadear mar adentro

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—¡No sigas!,— dijo una voz detrás de él. —No es tu momento, Varjak Paw.

Varjak se giró. Era su antepasado. —¿Dónde estamos, Jalal?,— dijo.

El viejo gato sonrió, no sin tristeza. —¿Esto? Esto es el mar, hijo mío. Donde acaban todos los ríos.

—Es precioso.

—Lo es. Pero no es para ti. Todavía no.

Varjak miró al cielo. El sol se estaba poniendo. Sus últimos rayos se hundían en el horizonte.

—¡Oh!,— dijo Varjak. —Creo que lo entiendo.

Jalal sonrió.— Por fin estás aprendiendo a ver. Ahora debes volver a donde perteneces y hacer lo que debes hacer.

—No creo que nunca esté preparado para eso,— suspiró Varjak.— No puedo luchar contra ella, Jalal. Ni siquiera puedo mirarla a los ojos.

—Lo sé,— dijo Jalal en voz baja.— Me pasó lo mismo con Saliya del Norte.

—¿Qué? ¡Pero - pero tú eres el gran Jalal!

—Bueno, el gran Jalal perdió su mayor batalla. No importa lo bueno que seas, siempre hay alguien mejor.

—¡Pero no puedes perder una pelea! ¡Lo sabes todo!

Los ojos ámbar de Jalal brillaron.— Nadie lo sabe todo. Ni siquiera Jalal la Zarpa. Nadie es imbatible. Todo el mundo tiene una debilidad. Yo no encontré la de mi enemiga, pero ella también tenía una. Y yo sabía que algún día, un gato vendría que podría encontrarlo, y poner fin a su reinado de oscuridad. Tal vez un gato como tú, hijo mío. Tal vez un gato como tú.

Jalal miró hacia el horizonte. El sol se había puesto. Estaba oscuro sobre el mar sin sol. —Nunca te rindas,— dijo. —Recuerda: un rayo de luz puede cambiarlo todo. ¿Y Varjak Paw?

—¿Sí, Jalal?

—Mantén vivo el Camino.

—Mantén vivo el Camino

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El Forajido Varjak Paw | SF SAID |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora