Wonka//Jegulus

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-No creo que sea una amenaza.

-¿Probaste los chocolates, Sirius? Son exquisitos.

-Debemos eliminarlo- opina Peter.

-Dios, Peter, eres muy extremista. Parece ser pobre, se quedará sin ingredientes pronto.

-Lo sé, amor. Pero se supone que tenemos esta ciudad solo para nosotros.

-Controlamos el mercado, Black. No podemos permitirnos competencia.

-Eso es cierto.

-Lo vi hablando con Potter. ¿Serán algo?

-No somos amigos de Potter para preguntarle.

-¿Tu no eras su amigo en la escuela?

-Es muy arrogante.

-Quien habla, Sirius humilde Black.

Remus no puede evitar reírse. 

Sirius lo mira mal.

[...]

-¿Wonka? ¿Qué haces acá?

-Se le cayó esto, señor.

-Ah es solo una tarjeta de presentación, tirela.

-¿Una tarjeta de presentación?- con el ceño fruncido de curiosidad ladea la cabeza.

Como los perritos.

El hombre de 29 años sonríe.

Hace meses que no sonríe con sinceridad.

-¿No lo ves? Tiene mi nombre, los números de teléfono de la agencia y no mucho más.

-Oh, sí, claro. Tenga buen día señor amargado- mueve la mano.

-Espera niño. ¿Dónde te estás quedando?

-En lo de la señora Fregoso. Es una mujer muy amable.

La expresión de James cambia a una de disgusto.

-No firmes nada.

-Ah, okey. ¿Un chocolate?- se saca su sombrero y guarda la tarjeta ahí, para después sacar una caja de bombones.

James no es gran fan del chocolate, pero le acepta uno.

El joven de pelo ondulado sonríe, vuelve a guardarlos y se aleja.

-Wonka- lo llama.

-¿Sí?

-Llámame si me necesitas.

-Claro, gracias señor amargado.

Ve al joven mover la mano entusiasmado, mientras James entra a la agencia con una sonrisa.

Sus empleados se quedan estáticos al verlo sonreír.

-¿Que me ven? ¡a trabajar!

-Ese niño te robó el corazón- Comenta Lily, su secretaria y la que su padre quiere para que sea su esposa.

Pero no sucederá, James no se casará con Lily.

-No sé de que hablas.

-¿Y ese chocolate? creí que no te gustaba.

-No me gusta- lo tira al fondo de su maletín y se va a su oficina.

-Mary, ¿viste eso?

-A mí no me metas, cariño.

Su novia, en secreto porque el siglo no ayuda, se encoge de hombros y sigue con su trabajo.