Capitulo 4

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En otra de las celdas de la manada Sork, se encontraba una joven de unos 24 años, cabello castaño, unos enormes ojos café, de curvas pronunciadas. Era hermosa, un aroma a flores del bosque invadía con intensidad aquella habitación. La mujer tenía miedo y eso causaba que su aroma se intensificará. 
El enorme Alpha, la observaba. no iba hacerle dañó, pero era necesario que ella pensará lo contrario, si su padre no hablaba con lo que tenía planeado hacerle, eso solo significaba que el hombre no sabía nada de su hermana. Caminó hasta la mujer y con un poco de brusquedad tomó el delicado rostro. 

—¡Te podrás de pie, caminaras sin poner resistencia porque sino esto será peor!.— la barbilla de ella temblaba en la enorme mano de Sam, que detallaba todo de ella, dándose cuenta que por alguna extraña razón no deseaba hacerla suya, como pasaba siempre que tenia frente a él una hermosa mujer. —¿Me has escuchado mocosa?.— las lágrimas bajaron por el rostro  de la mujer, mientras trago el nudo de su garganta y asintió con su cabeza. —¡Ahora, levántate!. Irémos a hacer una visita.—  la tomó del brazo con fuerza y caminaron hasta la celda del fondo, ya fastidiado por el llanto de la castaña. Abrió la puerta de una patada y dejó caer a la joven a los pies de su padre. 

—¡No,no,no! Señor ella no tiene culpa alguna, si tiene deseos de dañar a alguien, solo a mi por favor!.— el hombre adulto imploraba sin cesar. 

—¡Vamos a jugar a un juego que me gusta mucho!.— dijo el pelirrojo con una sonrisa altanera, caminó hasta la mujer, se puso en cuclilla y comenzó a pasar su enorme mano por las piernas torneadas, llegando hasta la parte interne de sus muslos a escasos centímetros de la vagina de aquella inocente. 

— ¡Basta señor, basta!.— los gritos del padre eran desesperante, Sam lo miró. 

—¿Algo que decír?.— 

—¡No sé nada, se lo juro. No sé quién es su hermana!.— 

Sam se alejó de inmediato de la joven, no tenía intenciones de dañarla, solo quería llevar al límite al desterrado y sabía muy bien que con aquella amenaza lo lograría.  Caminó hasta situarse frente al hombre. 

—¿Si te perdonó la vida a ti y tu familia, me juras lealtad?.— el hombre adulto no comprendía muy bien su pregunta, pero solo asintió con su cabeza. Su corazón y respiración aún estaba haciendo estragos en el, no le permitía hablar. —¿Me prometes lealtad para siempre, como tú Alpha? ¿Aceptas una disculpa de mi parte? Te prometo una nueva vida para ti y tu familia.— el hombre lo miró, sin poder creer lo que el pelirrojo le estaba diciendo, tanto él como su familia soñaban ser parte de una manada. Y si aquel Alpha que lo había torturado, ahora le ofrecía un lugar, no iba a dudar en aceptar. 

—¡Si señor, mi lealtad y la de mi familia será con usted!.— Sam sonrió, sabía que un mal inicio lo había llevado a un hombre que le sería fiel. 

(****)

Una semana después: 


Jonás se encontraba en los límites de la manada, esperando a su informante. Según lo que aquel lobo traidor le diga sería la acción que él tomaría al decirle el paradero de Shadai a su Alpha. Vió como de entre los arbustos salía el hombre que le traería la noticia más importante. 

—¿Qué es lo que sabes?.— la oscuridad no permite que los rostros se vean con claridad. 

— Ya todo está en marcha, la bruja saco a la loba de la manada del Alpha Ethan.— una sonrisa de triunfo se dibujó en el rostro del Beta, todo estaba marchando según él lo había planeado. Sin darse cuenta que estaba siendo un instrumento de la misma diosa, para así liberar a su especie. 

—¡Perfecto, agradezco tus servicios. Ahora desaparece y olvida que alguna vez tuviste tratos conmigo!.— el hombre se fue haciendo el mismo camino, mientras Jonás caminó hasta su auto con una sensación de satisfacción, sin importar si a la hermana de su amigo le estaban haciendo daño. 

Condujo a toda velocidad y antes de llegar a la puerta de la lujosa mansión del Alpha, fingió estar alterado, preocupado ante el supuesto descubrimiento que había hecho. 

—¡Sam, Sam!.— gritó una y otra vez hasta que el pelirrojo aparece

—¿ Qué cojones pasa Jonás?.—se colocaba su remera en color azul oscuro, mientras bajaba las escaleras. 

—¡Shadai está en la manada Los hijos de la Luna!.—  

—¿Quién te dió tal información?.— necesitaba estar seguro de que era ahí donde mantenían a su hermana, estaba preocupado pero algo en su interior le daba la tranquilidad de que ella podría estar bien con aquel Alpha, ya que el moreno era conocido por ser un hombre justo y no dañaba sin razón alguna a las personas. 

— Envié gente a todas las manadas del territorio Australiano y llegó hace un instante uno de ellos con esta información.— seguía mintiendo sin temor alguno, sin imaginar que podía suceder si Sam descubre  su plan. 

— ¡Prepara todo, nos marchamos en este instante para aquella manada!.— subió las escaleras, para ir hasta su habitación y preparar todo lo necesario. 

Necesitaba encontrar a su hermana, pero también había algo que lo tenía inquieto, con una sensación incómoda, que no sabía el por qué de aquella inquietud. 







 

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