Capitulo 17

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Sam no se quedó en aquella habitación, salió de aquel lugar y camino hecho una furia hasta las celdas dónde mantenía a sus prisioneros. Cuando estuvo frente a la puerta donde estaba su Beta, ingreso con brusquedad y volvió a cerrar la puerta con toda sus fuerza.

Vio la sonrisa de burla del rubio, aquel que fue como su hermano, su Beta, su mano derecha, quien se suponía sería su fiel y en quien más debía confiar.

—¡Hasta que el gran Alpha se digna a venir!.— Jonás estaba amarrado de pies y manos, con unas cadenas de plata, para así debilitarlo poco a poco. —¿Ya te follaste a la chiquilla?. Ah no, olvidaba que Sam Walton no cree en tal unión.— la risa de burla invadió la estancia, haciendo que el pelirrojo hirviera en rabia, por lo que camino hasta el y comenzó a golpear el rostro del hombre. La sangre le salpicaba el rostro y su pecho, estaba cegado por la irá, las palabras de Jonás fueron la gota que derramaron el vaso. Le dolía que le dijeran la verdad, pero lo que mas enfurecía a Sam, era que aquel imbécil había dicho lo ocurrido con Circe. No era nada agradable que supieran que se había follado a la bruja que los había traicionado y lo peor, es que aquella zorra había torturado a la mujer que era su Luna.

—¡Bastardo hijo de puta!....— los golpes no paraban, su irá iba en aumentó. —Traidor, eres un maldito traidor.—se separó de el, mirando su rostro, la sangre escurría por el rostro de Jonás, la sangre y la hinchazón a causa de los golpes era lo único que se podía apreciar de aquel rostro.

En medio del dolor que sentía Jonás, volvió a soltar una carcajada. Aquel hombre lo conocía más de lo que él pensaba.

—¿Descargas tu frustración en mi gran Alpha?.— Sam quería arrancarle la cabeza, pero Drake no estaba ayudando, cuando el pelirrojo quería que su lobo saliera simplemente él no lo permitía.

—¡Morirás Jonás, me tendrás cada día aquí, golpeando tu rostro hasta hartarme y acabar con tu miserable vida, maldito gilipollas!.— dejó caer otro golpe, luego otro y otro, deseaba que aquella irá que sentía saliera de su sistema. Le dio un último golpe y salió del lugar, directo a su mansión, subiendo las escaleras echando humo. Ingreso a su habitación encontrándose con su tortura, la mujer estaba mirando por la ventana, había visto todo, menos lo que el pelirrojo había echo en el interior de aquel lugar.

Giró de inmediato, para encontrarse con una escena terrorífica.

—¡Por la diosa!.— detallo todo el cuerpo de Sam, mientras caminaba hasta él. —¿Qué sucedió Sam?.— miró sus ojos oro, sintiendo una mezcla de sentimientos. El lobo no le respondía solo la observaba, por lo que Liz, tiro de su mano, sintiendo una corriente por todo su cuerpo. Pero dejo eso a un lado, lo llevo hasta el cuarto de baño.

Quizás estaban en una tormenta de la cual no sabían que iba a suceder con ellos, quizás se odiaban la mayor parte del día, pero cuando existe la fuerza de la unión que la diosa forma, todo eso queda en el olvido, cuando ves a tu compañero mal. Y aquella sangre preocupo a Liz.

Sam no puso resistencia, por algún motivo aquella electricidad que sintió ante su tacto fue placentero y por alguna extraña razón había calmado su irá, sintió paz al saber que ella estuviera ahí, lo hacía sentir bien. Pero se sentía frustrado al no poder convencer a la mujer de que fuesen amantes, que no crearán el vínculo. *El vínculo está, solo debes fortalecerlo idiota* sonrió sin ganas y elevó una ceja al escuchar a su lobo, el cual salía solo cuando de su Luna se trataba.

—¿Qué sucedió Sam?.— el sonido de su voz y su tacto al limpiaba la herida de su mano lo hicieron volver en si.

— Nada, solo estaba con el maldito de Jonás.— Liz comprendió todo, pero los cortes de su mano se le hacían extrañas, tampoco habían sanado.

—¿Por qué no has sanado?.— los ojos del pelirrojo fueron a sus manos y a las de ella, notando que sus heridas estaban abiertas.

—¡Drake está furioso conmigo!.— dejo salir y aquello le sorprendió a Liz.

—¿Drake, tu lobo?.— pregunto, mientras ponía un vendaje en las enormes manos.

—¡Si, así se llama y está enojado conmigo!.— Liz sonrió.

—¡Calista!.— dijo en un susurro que fue audible para Sam, comprendiendo que aquel era el nombre de su loba. Liz se giro y comenzó a guardar todo lo que había ocupado para hacerle las curaciones. — Tendrías que darte una....

—Ducha, lo sé, huelo a zorra, ya lo dijiste.— Liz apretó sus labios en una delgada línea, aguantando las ganas de reír. Giró y se encaminó hasta la puerta, saliendo del lugar.

(****)

ℕ𝕒𝕣𝕣𝕒 𝕊𝕒𝕞:

La veo salir, dejándome solo en el baño, miro mi reflejo en el espejo.

*Quiero conocer a su loba* Drake no deja de insistir, no puedo doblegarme a ella y dejar que nuestros lobos se vean en plan romance no me ayudaría. Vimos a su loba en la guerra, pero ellos no interactuaron.  *Es hermosa * una vez mas el enamorado lobo hablando.

Miro mi mano, algo extraño sucede conmigo, mis heridas no han sanado como solían hacerlo.

Sin darle más vuelta a todo, ingreso a la ducha, dejando que el agua fría se lleve la sangre de mi cuerpo y el olor a esa mujer. Sonrió al recordar el rostro de Liz cuando percibió aquel aroma.

Cierro la regadera y me envuelvo una toalla en mi cintura, saliendo así del cuarto de baño. Mi vista cae en el delicado cuerpo que descansa en mi cama, Liz está profundamente dormida, puedo escuchar su corazón como late lentamente, su respiración es calma. Me coloco el pantalón de pijamas y me dejó caer sobre el colchón, colocándome de costado para mirar su rostro, ella es preciosa, su nariz respingona, sus labios bien formados y carnosos, su cabello rojizo , toda ella es hermosa. Observo su belleza mientras mis ojos comienzan a pesar, logrando que al fin caiga en un profundo sueño.



Una mujer de cabello oro, toda ella irradia luz, por alguna extraña razón camino hasta ella, sintiéndome débil, mi cuerpo se encuentra adolorido, como si un animal me hubiera herido.

—¡Sam!.— la mujer menciona mi nombre, acto que me hace clavar mis rodillas en el suelo pantanoso. —¿Has visto hasta donde te llevó tu necedad?.— cierro mis ojos con fuerza, me cuesta tenerlos abiertos, siento mi espalda arder. —¡Abre tus ojos y mira lo que has causado!.— su voz potente hacen que los abra y mire frente a mi, para encontrarme a mis pies un cuerpo femenino, está boca abajo, su cabellera rojiza provocan que mi corazón duele, extiendo mis manos para girarlo lentamente y encontrarme con el rostro desfigurado de Liz.

—¡No, no, no!.— tomo su cuerpo en mis brazos y siento como mi rostro se moja con lágrimas, pero al ver el líquido que cae sobre el cuerpo de Liz, las veo de un color rojizo.

—¡Escucha a tu diosa Sam Walton, deja tus ideas, deja tu machismo. Porque lágrimas de sangre saldrán de ti!.—


Abro mis ojos sobresaltado, mi respiración y mi corazón están fuera de si, miro a mi derecha notando el cuerpo de Liz. Siento un alivió al darme cuenta que ella está respirando. Solo fue un sueño, nada de eso sucederá. Me dejo caer sobre el colchón una vez mas y así seguir descasando, repitiendo en mi mente que aquello fue solo un sueño.







 Me dejo caer sobre el colchón una vez mas y así seguir descasando, repitiendo en mi mente que aquello fue solo un sueño

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