Liz ingreso a la gran habitación, tomó su mochila y empacó alguna que otra cosa, se iría , ya no soportaba estar en el mismo lugar que Sam, quién debía darle amor, respetarla y cuidarla. Pero lo único que aquel lobo se había dedicado a hacer desde que supo de su existencia fue herirla.
—¡Eres un maldito descarado!.— gritaba mientras guardaba sus pertenencias. Cerro su mochila, tomo su abrigo y salió de aquel lugar. Caminó hasta la salida de aquella manada, no le importaba nada, solo estaba dejando que su enojo la manipulara *Liz, regresemos* decía Calista, pero ella bloqueo aquella alerta de su loba. No ya no, ya no quería soportar eso ¿Cómo podía seguir viendo como el hombre que debía amarla estar con otra?.
Llegó al enorme portón que había en la entrada, notando que nadie había en aquel lugar y siguió su camino. Miró una vez más para el lugar donde no solo dejaba a su compañero, sino a su amigo Yeuri y Alba. Pero necesitaba poner distancia, aquel maldito estaba torturando su cabeza, estaba constantemente deseosa de golpearlo ante tantas estupideces que hacía.
—¡Señorita!.— escucho el grito de uno de los guardia, cuando se giró lo tenía casi encima de ella, por lo que dispuesta a todo se fue sobre hombre y lo golpeó. Pero aquel lobo se recompuso y la volvió a perseguir, Liz corrió hasta el bosque intentando así perderlo, encontrando una cueva en la que de inmediato se oculto, saco de la mochila un spray que le había regalado hace un tiempo Siena, lo cual actuaba ocultando tu aroma por un determinado tiempo. Vio al enorme hombre pasar, pero aquel lobo no noto su presencia, dejo salir el aire de sus pulmones.
*Liz debemos regresar* Calista volvió a insistir, pero seguía sin darle importancia.
Cuando sintió que nadie podría encontrarla, salió de su escondite y siguió caminando por el enorme bosque.
Mientras en la manada Sork organizaban a todos los hombres para la búsqueda, Sam caminó hasta Yeuri y le hablo una vez estando frente a él.
— Tú y yo necesitamos hablar, sígueme al despacho.— el vampiro asintió con su cabeza y siguió al pelirrojo.
Cuando estuvieron en el interior, sin tanto preámbulo Sam habló.
—Hoy vino una persona con un mensaje de parte de Aleister. ¿Sabes quién es?.— Yeuri se tensó al escuchar aquello.
—¡El Rey Aleister, es quien asesino a mi familia!.— confesó. Y aquella confesiones sorprendió a Sam, él sabía que aquel vampiro que se decía llamar Rey de los vampiros, había terminado con la verdadera familia real de aquella especie.
—El quiere que te entregué.— fue sincero y por primera vez desde que lo conocía sentía empatía por aquel cara pálida.
—¡Liz está en peligro, si ellos saben dónde me encuentro ella está en peligro!.— no le importo que el pelirrojo le dijera que pedían por su cabeza. Solo recordó que su amiga se había salido de la protección de su compañero y de la suya.
—¿ Por qué dices eso? Aquel chupasangre te quiere a ti, no a ella. —
—Pero ella es importante para mí y también para usted. Y ella salió de este lugar.— aquellas palabras molestaron a Sam, que otro hombre dijera que Liz era importante, le hacía arder la sangre. —Puede tomar a Liz para presionar y yo rendirme.— Sam entrecerró sus ojos estudiando sus movimientos y una idea vino a su mente.
—¿Dime quién eres en verdad?.— Yeuri pensó bien si decir su verdad o no.
—¡Yo soy Kerr Domecq, hijo de Vlad Domecq!.— después de años aquel vampiro reveló su identidad y lo hizo con la persona que menos lo esperaba. Sam se dejó caer en su silla de cuero y miró al hombre que estaba frente a él.
—¡Eres el puto Rey!.— comprendió todo, comprendió porque pedían su cabeza. — No me caes bien, pero no te entregaré, aquel asqueroso chupasangre es más detestable que tú.— se puso de pie y le extendió la mano que fue tomada de inmediato por el Rey de los fríos, como solían llamarlos.
—¡Ahora solo me interesa encontrar a mi amiga!.— dijo el apuesto vampiro, aquello a Sam no le agrado, pero al menos por ese día haría tregua para traer de regreso a Liz.
(***)
ℕ𝕒𝕣𝕣𝕒 𝕃𝕚𝕫:
El sol está cayendo, comienza a sentirse frío, me encuentro en medio del bosque sin saber muy bien dónde ir, me dejó guiar por mis instintos pero fallo en el intento. Este bosque es muy hermoso y grande, flores por todos lados, el aroma se acopla los unos con los otros, haciendo que se sienta agradable.
Me dejó caer al pie de un árbol, saco una botella de agua y bebo de ella.
—¿Hice bien en salirme así?.— guardo la botella y saco unos guantes para mis manos.
*¡Claro que no hiciste bien, debes regresar!* Calista está enojada y puedo comprenderla, también me siento enojada en este momento.
—¡Lo sé, pero debemos seguir!.— me pongo en pie y sigo mi camino, ya la noche está cayendo.
El crujir de las hojas bajo mis pies hacen eco en este enorme bosque, el olor a tierra húmeda invade mis fosas nasales, el aire frío golpea mi rostro. Me siento algo débil, ante la falta de alimentos, Calista intento tomar el control, para así movernos mas rápido, pero no lo logra, ambas estamos débiles y eso me preocupa.
*Alguien nos persigue.* escucho a mi loba, aquello me pone en alerta. Percibiendo una presencia oscura sobre mi. Cuando giro sobre mis talones, un enorme cuerpo se lanza sobre mi, tomando mi cuello entre sus manos, lucho contra aquello, es un vampiro, su aroma lo delata. La luz de la luna deja ver su rostro dejándome ver sus colmillos listos para dañarme. Saco mis garras y comienzo a luchar con el sobre mi cuerpo, pero la falta de aire y alimento hace que me sienta débil, mis fuerzas no son suficientes por lo que dejó de luchar, dejo caer mis brazos a los costados de mi cuerpo, rendida.
Mis ojos ya no ven la luz y en mi estado moribundo, puedo percibir aquellos colmillo sobre mi piel. Sam, es él quien viene a mi mente, imaginando que quizás este es mi destino, así él queda libre. El roce de sus colmillo sobre mi piel, me hacen comprender que estoy a un paso de morir.
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TORMENTA Y PODER
FantasíaOscuro, frío, sanguinario, con un corazón de hielo. Quitando del medio a quien sea. Sin importar dejar una estela de sangre a su paso. Sam Walton Alpha de la Manada Sork no cree en los vínculos que la diosa forja con los compañeros, negado al amor y...